Hoy 1° de diciembre se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Sida y, al igual que en otras ocasiones, bien vale repasar las aproximaciones cinematográficas alusivas. Como de costumbre, confío en que quienes compartan este recorrido sabrán disculpar -con suerte cubrir, compensar, reparar- los olvidos y omisiones del caso.
Es bastante injusto nombrar a Long time companion como la primera película que vi sobre la mal llamada «peste rosa». En honor a la verdad, no recuerdo prácticamente nada de este film dirigido por Norman René, ni siquiera su título local. Sólo retuve el rostro de Campbell Scott a quien poco después volví a ver como enfermo de cáncer -no de VIH- en la lacrimógena Todo por amor, junto a la por entonces ascendente Julia Roberts (me pregunto, de paso, si alguien recordará la empalagosa banda sonora a cargo de Kenny G).
Uno o dos años más tarde asistí al estreno de Y la banda siguió tocando, obra pensada para televisión pero al menos aquí proyectada en las salas de cine comerciales. No faltó nadie en esta megaproducción multiestelar solidaria: colaboraron desde Richard Gere hasta Anjelica Huston, pasando por Ian McKellen, Steve Martin, Alan Alda, Lily Tomlin, Mathew Modine, ¡Phil Collins! Además se incluyeron imágenes de archivo de Rock Hudson, Freddie Mercury, Anthony Perkins y la todavía viva Lady D.
Enseguida-enseguida llegó la sobrevalorada Philadelphia, destinada a demostrar el perfil serio, dramático, comprometido de Tom Hanks y a confirmar el espaldarazo que «la Meca» le dio al español (latinoamericanizado según los parámetros hollywoodenses) Antonio Banderas. El tanque de Jonathan Demme fue la gran apuesta para los amantes de los premios Oscar, y la gran sorpresa para algunos seguidores del boss Bruce Springsteen.
Entre los buenos largometrajes que describen las implicancias de esta enfermedad, me quedo con dos: Un año sin amor de la argentina Anahí Berneri y Kids del norteamericano Larry Clark. La primera, con algunos reparos apenas mencionados en la reseña sobre Encarnación. La segunda, con la necesaria aclaración de que este crudo retrato de la adolescencia aborda el sida como una problemática más entre otras.
Pensándolo mejor, quizás aquéllas son las dos referencias más interesantes de una serie de películas donde el VIH ocupa un segundo plano o, mejor dicho, no un primer plano excluyente. A esta categoría también pertencen propuestas tan disímiles como Los amigos de Peter, Gía y Las horas.
Antes de terminar, debo confesar una deuda pendiente que seguramente hace a las falencias de este repaso acotado. Me refiero a Les nuits fauves (¿en Argentina la habrán bautizado Noches savajes?), largometraje escrito, dirigido y protagonizado por el francés Cyril Collard. Al parecer, este trabajo contemporáneo de la mencionada Philadelphia supera en términos de calidad y pertinencia al producto de Demme.
A lo mejor hoy, 1° de diciembre, es un buen día para averiguarlo.
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