Gare du Nord, de Claire Simon

Cobertura especial de Espectadores.
Cobertura especial de Espectadores.

En el transcurso de un mismo año (presumiblemente 2013), Claire Simon filmó Gare du Nord y Geographie humaine en la gran estación ferroviaria de París. Ambas películas siguen a un joven francés hijo de inmigrantes argelinos mientras entrevista a referentes de este lugar de tránsito para algunos, de trabajo para otros, refugio para muchos. Quienes sólo vimos el primer largometraje lamentamos habernos perdido el segundo porque, sospechamos, habríamos preferido el documental a su extensión ficcional.

Resultan excesivas -por momentos, indigestas- las dos horas de duración de Gare du Nord, en parte porque a Simon se le escapan de las manos las muchas historias que pretende contar, en parte porque lo que al principio parece el resultado de un interesante trabajo de campo antropológico o sociológico termina convirtiéndose en una de esas propuestas que aprovechan grandes espacios urbanos para cruzar a anti/héroes de distintos dramas. En este caso, el combo narrativo incluye giros metafísicos un tanto forzados, además de trillados.

Es una pena porque la película empieza muy bien, con la promesa de un interesante fresco de la estación de trenes en tanto reflejo de una sociedad tan globalizada como enajenada. La pareja que encarnan Nicole García (da gusto volver a verla tras años de ausencia en las pantallas argentinas) y Reda Kateb (lo recordamos por su participación en Zero Dark Thirty de Kathryn Bigelow y en Un profeta de Jacques Audiard) constituye una interesante vía de acceso a los testimonios de quienes transitan, trabajan, merodean y habitan la inmensa central ferroviaria.

Ella profesora de historia y él estudiante universitario se revelan como nuestros mejores guías para descubrir la riqueza antropológica y sociológica de la Gare du Nord. En este punto cabe destacar el desempeño de los actores secundarios que encarnan a pasajeros, dueños y empleados de los comercios apostados dentro de la estación, uniformados a cargo de la seguridad de los viajeros, empleados de limpieza, empleados ferroviarios, desocupados que pululan en los corredores, manifestantes que ocasionalmente cortan las vías a modo de protesta (sí, en Francia también se consigue).

A partir de la segunda mitad del film, la versión más parecida al documental original se diluye ante el avance de los tres melodramas entrecruzados. El primero gira en torno al inesperado flechazo intergeneracional que sacude a Mathilde e Ismaël; el segundo, a la progresiva separación matrimonial de Joan; el tercero, a la búsqueda que Sacha emprende para recuperar a su hija adolescente.

Entre los cinco personajes merodea un fantasma que evoca el recuerdo de sus pares entre los subtes neoyorkinos de Ghost. Esta ocurrencia termina de deslucir los primeros aciertos del largometraje y de lamentar no haber visto Geografía humana en su lugar.


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