Las pibas

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Especial. Cobertura BAFICI 2012
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«Dos pibas/ un cuarto/ una discusión/ un espejo/ una puerta/ una que tararea/ camina/ la otra que se enoja/ una fabrica/ unos tipos/ comen/ duermen/ una escalera/ dos pibas/ un cuarto/ una discusión/ se aman». De esta manera Raúl Perrone presenta Las pibas en su sitio web, donde también reflexiona sobre el cine independiente: «la palabra independiente está absolutamente vapuleada y no sé siquiera si genera respeto. En definitiva, creo que uno tiene que hacer lo que tiene ganas y la independencia es eso: hacer lo que uno tiene ganas, lo que uno quiere y puede sin limitaciones. El resto es marketing».

Sin dudas, ambos extractos definen el último trabajo de uno de los pocos realizadores argentinos que realmente sigue manteniéndose a un costado, no sólo de la producción comercial, sino de los temas y estéticas que caracterizan a nuestro cine nacional. En esta ocasión, Perrone vuelve a demostrar su discretísima sensibilidad para retratar la vida cotidiana de Fiorella (joven que vive sola en una casa a medio construir del conurbano bonaerense y que trabaja como operaria en una pequeña fábrica ¿de bolsas plásticas?), y los intentos de reconciliación con su pareja Yuli.

Como en Los actos cotidianos, proyectada en el BAFICI del año pasado, el director oriundo de Ituzaingó sumerge a los espectadores en un mundo que les es ajeno, con los recursos mínimos necesarios (igual que en la presentación del sitio web). La protagonista escucha su canción favorita, camina hacia su laburo, prepara mate en su casa, discute el futuro de la relación con su compañera en medio de dos hechos traumáticos: uno relatado, el otro padecido ante la mirada -o mejor dicho, la escucha- del público.

En palabras de Charly, podría decirse que Perrone vuelve a hacer «cinema vérité«. Pero mejor evitar falsas asociaciones y escribir que Las pibas reconstruye una realidad que a algunos bienpensantes les resultará marginal cuando de hecho sugiere que quizás los descentrados sean ellos mismos.


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