No hay vuelta que darle. Aún los detractores de Hollywood deben (debemos) reconocer la indiscutible calidad profesional de sus comedias musicales. Mejores o peores, las películas pertenecientes a este género casi nunca fallan a la hora de contagiar la energía que se desprende de melodías y coreografías tan rítmicas como pegadizas. Sin dudas, el ejemplo de Hairspray confirma una regla que nos rescata del refunfuño habitual.
El rescate es tal que nos invita a saltear el detalle de que asistimos a una remake, y por lo tanto evita el comentario de rigor sobre una industria cinematográfica carente de ideas. En cambio, podemos pensar que esta adaptación es un homenaje no sólo a aquella primera versión filmada hace veinte años sino a toda una rama del show business.
Por lo pronto, los actores que encarnan a los personajes adultos o veteranos se consagraron en éxitos musicales: John Travolta en Fiebre de Sábado por la noche y en Grease; Michelle Pfeiffer en Grease 2 y en Los fabulosos Baker boys (técnicamente no es una comedia musical pero se le acerca bastante); Queen Latifah en Chicago; Christopher Walken en el inolvidable video Weapon of choice de Fatboy Slim; y el antidiluviano Jerry Stiller que -he aquí un guiño para fanáticos- participó en la Hairspray original.
La nueva generación tampoco se queda atrás en cuanto a experiencia. Pregúntenles sino a los fanáticos de High School Musical por Zac Efron, ahora encargado de interpretar a Link Larkin, y a los seguidores de Ally McBeal por las canciones que James Marsden sabe interpretar con altura.
De todas maneras, entre tanta trayectoria, quien se lleva la mayoría de las palmas es Nikki Blonsky, actriz en este caso protagónica cuyos escasos antecedentes y cuyo físico poco acorde a los cánones de belleza arquetípica no le impiden impactar por su baile, su voz y su carisma. También cabe mencionar la intervención de un cuerpo de cantantes/bailarines absolutamente homogéneo, preciso, ductil que por momentos nos recuerda a sólidos elencos de viejos hitos como West side story.
Que conste: no todo desemboca en un tributo a viejas películas. Probablemente para captar a un público joven/adolescente, algunas coreografías parecen inspiradas en los primeros videos de Britney Spears y algunas canciones, en el repertorio de las Spice Girls. Esto explicaría que ciertos movimientos y melodías pierdan originalidad y frescura.
A no desilusionarse, mucho menos irritarse. En última instancia, estos moldes pre-fabricados -así como el desarrollo de un guión bastante edulcorado y previsible- hacen a las reglas narrativas y estilísticas del género musical hollywoodense. Tomémoslo o dejémoslo.
En caso de elegir la primera opción, Hairspray es una propuesta disfrutable. Tanto para los viejos admiradores de Travolta, Pfeiffer y Walken (permítanme incluirme) como para púberes, adolescentes -y por qué no adultos- sensibles al baile, a la música, y a las historias de amor con final feliz y entonado.