Es poco probable que quienes vieron/vean Música en espera hayan visto Mi novia Emma. Esta comedia romántica francesa, que se estrenó en Buenos Aires hace más de un año, también apuesta a los equívocos y casualidades producto de un simulacro amoroso, pactado por conveniencia. La coincidencia cinematográfica sirve de excusa para introducir la gran diferencia entre ambas películas: mientras la de Eric Lartigau consigue entretener después de un arranque difícil, la de Hernán Golfrid empieza muy bien pero pierde pie a medida que el relato avanza y los gags se agotan.
Los gags en cuestión pertencen básicamente a tres categorías. Una le hace honor al título del film (el guión de Julieta Steinberg y Patricio Vega explota la irritación que suelen causar tantos ringtones al servicio de tiempos muertos). Otra agrupa chascarrillos discursivos (basados esencialmente en las divergencias idiomáticas entre el español de España y nuestro castellano rioplatense). La tercera reúne las particularidades que hacen a un hombre y una mujer en principio incompatibles pero predestinados a comer perdices.
Da la impresión de que el director y los guionistas queman todos sus cartuchos (al menos los mejores) en los veinte minutos iniciales del largometraje. Por ejemplo, cuando embaucan al espectador a partir de una primera escena que, en realidad, pertenece a otra película (el truco parece inspirado en la apertura que Pedro Almodóvar eligió para Todo sobre mi madre), cuando a Ezequiel (Diego Peretti) varios telefonistas lo pasean de interno en interno, cuando el personaje de Norma Aleandro irrumpe con todo los bríos madrileños, cuando la pareja protagónica titubea ante cada beso autoimpuesto.
Reiteradas, estas ocurrencias dejan de causar gracia. Y el problema se agrava cuando, a falta de más creatividad, el relato incorpora giros muy forzados. Por ejemplo (quienes todavía no vieron la película deberían saltear lo que sigue a continuación) que la ex esposa de Ezequiel sea la obstetra de Paula (Natalia Oreiro), o que una imprescindible central telefónica vaya a parar al taller del servicio técnico en el momento menos oportuno.
Quizás lo mejor de Música en espera sea -además de los aciertos iniciales- las actuaciones. Por un lado, Aleandro y Peretti confirman su talento para la comedia y Oreiro se muestra cómoda en la pantalla grande. Por otro lado, podemos disfrutar de los personajes secundarios interpretados por Rafael Spregelburd, Rafael Ferro y Atilio Pozzobon (entrañable, su remisero).
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