Para alegría de los seguidores del cine de Rodrigo Moreno, hoy jueves se estrena el film más reciente del realizador argentino: Réimon. El largometraje desembarca en la sala Leopoldo Lugones un año y piquito después de una primera exhibición en el 16º BAFICI. En principio la película se proyectará a las 19.30 y a las 22 hasta el lunes 29 de junio, y sólo a las 22 a partir del martes 30 de junio y hasta el miércoles 8 de julio.
El autor de Mala época, El descanso, El custodio, Un mundo misterioso corre serios riesgos de (volver a) incomodar al público porteño con este nuevo trabajo. Por lo pronto, cuesta imaginar a muchos conciudadanos dispuestos a aceptar el triple desafío de 1) acompañar a una empleada doméstica en su rutina diaria, 2) repasar algunas de las observaciones que Karl Marx escribió en El capital, 3) asistir a la naturaleza escindida (por no decir hipócrita) de compatriotas en principio admiradores del pensador alemán, pero habituados a destratar a las mujeres que limpian sus propias casas.
El título del largometraje es la punta del iceberg de la incoherencia de aquéllos compatriotas cuya (in)conducta desmiente la presunta adhesión a la denuncia marxista contra la explotación en el marco del sistema capitalista. En este caso, un matrimonio empleador se permite anglificarle el nombre a la protagonista, además de pagarle con algunos pocos billetes y probablemente en negro (a contramano de lo que recomienda la AFIP).
Moreno subraya la enorme contradicción con un mismo recurso pedagógico que algunos calificarán de básico: sonoriza las escenas del traslado en tren y colectivo, del trabajo en distintas casas, del (escaso) descanso de Ramona con las voces en off de los patrones y sus compañeros de estudio mientras leen párrafos enteros de El capital.
La cámara sigue a la protagonista a cargo de Marcela Días como si estuviera filmando un documental. Los planos detalle de las manos ordenando escritorios y estantes con CDs y libros (vemos por lo menos dos de José Saramago) contribuyen a la caracterización de esta pequeña burguesía bienpensante con taras en general achacadas a la derecha.
Réimon dista de ser una película apta para todo público. Anticipamos esta restricción apenas comienza la proyección, cuando la pantalla muestra las cifras relativas al presupuesto y a la cantidad de horas de trabajo invertidos en esta ficción atípica. Tanta transparencia (y, porqué no, semejante demostración de coherencia) espantará(n) incluso a más de un porteño marxista que suscribe con entusiasmo a los principios del cine revolucionario.
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PD. Según indican los progaramadores de la sala Lugones, el estreno de Réimon se complementa con la exhibición de El custodio y Un mundo misterioso.
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