Por Jorge Gómez
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Ante la fulgurante aparición de Zulma Lobato, queremos alertar sobre algunos riesgos.
A pesar de los políticamente correctos que dicen que los medios de comunicación están enloqueciendo a este pobre travesti (“Viejo loco que terminará en el Borda”, pronosticó Lucho Avilés), nuestro análisis del fenómeno no ha encontrado anomalías en el desarrollo de la carrera de la nueva vedette.
La colonia artística de la patria adaptó su conducta antes de reconocer a la estrella oriunda de Villa Ballester, y de recibirla como tal. Marcelo Tinelli ya luchó por la exaltación de lo grotesco haciendo triunfar en un certamen de canto a Eliana Calabró, riéndose a carcajadas de grupos de enanos que resbalaban sobre el hielo o convirtiendo en circo una campaña electoral (con el apoyo entusiasta de los mismísimos candidatos), entre otras formas de adecuar el mundo de los medios para la llegada de Zulma.
Ya tuvimos trabajando en el Teatro Maipo a Jorge Lanata que en los ’90 fue el periodista más prestigioso del país, y que ahora gana notoriedad (como un mediático de ley) confesando sus adicciones ocultas en lo de Mirta Legrand. Sin dudas, la decena de programas que diariamente multiplican las peleas, denuncias, reconciliaciones, romances y cartas documento de esos extraños personajes autodenominados (valga la redundancia) “mediáticos” han preparado el terreno para que florezca Zulma.
Es posible que el ascenso al estrellato del travesti que en un mismo reportaje cuenta que hace seis meses cobraba $15 por practicar sexo oral en las calles de San Martín y ahora rechaza $ 70.000 “por acostarse con cinco productores, porque lo importante es la carrera artística” represente un salto de calidad en la historia de nuestros medios de comunicación. Pero también podemos convenir que su próximo paso por los ciclos de Susana Giménez, Tinelli o Legrand, y la previsible exhibición de sus penosas dificultades para cantar y bailar –fatalmente replicados en los programas de archivo– podrán darles vergüenza ajena a los espíritus bienintencionados.
Sin embargo nada puede pasarle a la psiquis de la nueva star. Por un lado, la farándula de la patria está debidamente preparada para recibirla en armonía y, por el otro, Lobato está en condiciones de participar en todo tipo de shows, de mejorar ratings, de pelearse a sopapos, de amenazar con demandas, de gritar. Enfin: cumple debidamente con lo que se espera de ella.
Es este sentido, no hay motivos para que su carrera profesional sea corta o para que en algún momento “se dé cuenta de que la están usando” como algunos dicen. La verdad es que la televisión está llena de gente que hizo un espectáculo del ridículo antes que ella, y no vemos motivo para que nuestra nueva artista deba bajar de algún sueño y terminar desequilibrada. Ella –nos animamos a aventurar– tal vez ya esté psicótica, pero la TV la equilibra, la pone en lugares donde todos están aproximadamente igual que ella.
Nada malo puede pasarle. En cambio -alertamos- el gran riesgo lo corren quienes no entiendan las formas modernas del espectáculo.
Si no se adaptan a los nuevos tiempos, esos infelices que sueñan con programas para toda la familia terminarán, ellos mismos, en los salones de los hospicios, mirando sin entender Almorzando con Zulma, programa donde La Diva entrevistará a los grandes personajes de la vida del país. Acudirán a su programa seres preparados genéticamente para mostrarse en cámara por su manera horrorosa de cantar o de mantener relaciones sexuales por conductos y orificios diseñados ad hoc, o mutantes que ahora no sabemos imaginar.
A su vez, estas criaturas se cruzarán con gobernantes que admirarán la maravillosa carrera de “la” Lobato. Ejemplo viviente de que, con tiempo y esfuerzo, en este país se puede progresar.
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De yapa…
Los puristas suelen discutir en torno al término «bizarro». Es que, por un lado, el diccionario de la Real Academia Española lo define como «gallardo», «valiente» y, por otro lado, también existe la acepción francesa: bizarre como sinónimo de extra-ordinario, como algo fuera de lo común.
Dado que se trata de un significado difuso, podríamos aprovechar la figura de Zulma Lobato para ilustrar la definición más utlizada en nuestro país.
Dicho de otro modo, ¿usted quiere saber qué es «bizarro»? Mire este video de Bendita TV con sesión de fotos y comentarios de Beto Casella… Señoras y señores, en Argentina «bizarro» es justamente eso.