Boy A

Anticipo
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Boy AEn principio, Boy A se estrenará a fines de julio en los Estados Unidos y quién sabe cuándo -si efectivamente se estrena- en Argentina. Para ese entonces no agendado y por ahora imaginario, los lectores de Espectadores podrán repasar esta reseña y corroborar que el film dirigido por John Crowley y protagonizado por Andrew Garfield (el enamorado de Kim en Sugar Ruh y el universitario rebelde en Leones por corderos) tiene el tino de abordar un tema tan delicado como la reinserción social de un joven criminal con respeto, sensibilidad, sobriedad y sin golpes bajos. Aunque por momentos parece inspirada en el asesinato del pequeño James Bulger, ésta es la adaptación cinematográfica de una novela homónima -la primera- escrita por Jonathan Trigell.

Imposible no relacionar esta producción británica con la excelente El hijo de los hermanos Dardenne, la menos buena pero aún así recomendable El hombre del bosque de Nicole Kassell y -atención espíritus más memoriosos y/o cinéfilos- el clásico Dos contra la ciudad de José Giovanni y con Alain Delon. Por lo pronto, estos tres títulos y el aquí comentado pretenden mostrar la complejidad de una problemática en general tratada a partir de prejuicios, estereotipos, interpretaciones maniqueas y una doble moral.

Boy A comparte además con El hijo la particularidad de girar en torno a un muchacho que mató a otro, es decir a un par, cuando era (más) chico. De hecho, ambos largometrajes coinciden en desbaratar el mito de la niñez pura, dulce, inocente y al mismo tiempo en mostrar a una sociedad aferrada a la figura de chivo expiatorio e incapaz de analizar (y de reparar) las verdaderas causas de la violencia/delincuencia infantil.

El guión de Mark O’Rowe prescinde de eventuales marcas literarias para construir un relato eminentemente visual, poco hablado, con flashbacks que se insertan de manera bien dosificada en el presente de la narración (el presente de una vida nueva y «normal»). El acoso del pasado aparece entonces como parte del sufrimiento -y del castigo- que padece el ex convicto Eric Wilson, ahora por razones obvias de seguridad rebautizado Jack Burridge.

En este punto, cabe destacar las actuaciones de Alfie Owen a cargo del protagonista niño y del mencionado Garfield a cargo del protagonista joven. También sobresalen Taylor Doherty como el cómplice del asesinato y el veterano Peter Mullan como el asistente social.

A diferencia de El hijo y de El hombre del bosque, Boy A ofrece poco margen para la esperanza o el consuelo. Aunque de un modo menos contundente que Giovanni con Dos contra la ciudad, Crowley y O’Rowe también nos dejan con la sensación de haber transitado un callejón sin salida donde la noción de justicia es apenas una entelequia burocrática, inoperante y a veces tan nefasta como los crímenes perpetrados por los siempre irredimibles «autores materiales».


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