‘Infancia clandestina’ se estrenó en Francia con críticas a favor… y algún apriorismo en contra

Ayer miércoles Pyramide Distribution estrenó en Francia Infancia clandestina, película de Benjamín Ávila que produjo Luis Puenzo y que las salas porteñas proyectaron a principios de la primavera pasada, meses después de una presentación formal en el Festival de Cannes. Entre la cálida bienvenida que le dio la prensa gala (la gran mayoría de los críticos la recomendaron), llama la atención esta entrevista del Nouvel Observateur al director argentino.

A simple vista, choca un poco el título «‘Mi cámara no es una Taser’». Incluso algún espíritu malpensado pondrá en duda la presunta neutralidad del editor (o del mismo autor de la nota, Bernard Achour) que decidió destacar justo esas palabras de Ávila: por las dudas, cabe aclarar que Taser es una marca de pistolas disparadoras de electricidad… o picanas eléctricas en nuestro discurso cotidiano.

En segundo lugar, más de un lector experimentará cierta sensación de (interesante) incomodidad ante el siguiente intercambio de preguntas y respuestas que incluso en un momento invierte roles.

Nouvel Observateur: Es la primera vez que una película argentina aborda la dictadura militar desde un enfoque espectacular, onírico, propio del melodrama. ¿Por qué eligió esta aproximación?
Benjamín Ávila: Porque, en mi opinión, el cine conduce a la emoción. Si bien Infancia clandestina es un film político, no era cuestión de teorizar fríamente sin tener en cuenta el placer del público. Mi trabajo consiste entonces en vehiculizar emociones y en contar una historia que «manipule» lo más dignamente posible la gramática cinematográfica, sin nunca perder de vista el zócalo realista del guión. Hacer llorar a la gente, cosa muy fácil de lograr, no es mi objetivo. Arrancarle lágrimas es como someterla a descargas eléctricas, y yo no concibo mi cámara como una Taser.
Prefiero la estrategia de la impregnación, convocar a todos los técnicos, ponerlos al servicio de mis actores y de mi propósito, y luego embeber a aquéllos que me hacen el honor de asistir a las salas.

NO: De acuerdo, pero usted no es dueño de las reacciones del público…
BA: Sin embargo, es mi intención. De hecho pongo lo mejor de mí para orientarlo en -a mi juicio- la buena dirección, sin nunca traicionarme ni recurrir a procedimientos que podrían avergorzarme. A partir de ahí, si a alguien no le gusta mi película o si la interpreta de una manera distinta a la mía, no diré que está equivocado ni avanzaré sobre su libertad de pensamiento o sobre su subjectividad. Simplemente pensaré que me equivoqué y que, frente a este espectador, soy enteramente responsable de no haber sabido llevarlo a mi terreno… Pero usted, ¿cómo percibió Infancia clandestina?

NO: Como una declaración de amor a sus padres, ya que se trata de un relato muy autobiográfico, pero también como una manera de relativizar el heroísmo de quienes combatieron contra la dictadura argentina.
BA: ¿Relativizar?

NO: Sí, en la medida en que sus personajes están cegados por la causa que defienden, a tal punto de arrastrar a su hijo a la lucha clandestina. Por más noble, corajudo y admirable que sea ese combate, ellos le niegan a su hijo la posibilidad de elegir, lo convierten en testigo obligado de reuniones políticas y de acciones violentas que no comprende y cuyas consecuencias podrían dejarlo huérfano o incluso costarle la vida.
BA: Ah… ¡Me siento un poco arrinconado! Nunca tuve la intención de darle esta dimensión a mi film, pero ahora que lo menciona, en efecto, quizás… Aunque no quise criticar a mis padres ni a los defensores de la libertad.

NO: Nadie habló de «crítica»…
BA: Es cierto. La verdad es que me siento desestabilizado. No me esperaba tener que reflexionar sobre mi propio trabajo. Atento a su observación, me doy cuenta de que efectivamente alimenta mi temor a traicionar la realidad de la cual hablé hace un rato. Entonces, en síntesis, no quise ni idolatrar ni estigmatizar a los personajes; tampoco quise mostralos acertados o equivocados. Mi intención era inscribirlos en la verdad de un combate y de una época, sin ocultar la complejidad de la situación humana en la que se encontraban, incluidos los efectos colaterales. Si por «crítica», entendemos «cuestionamiento» y «revisión de prejuicios», entonces sí, estamos de acuerdo. Y estoy muy contento de que esta entrevista se convierta en diálogo.

El extracto de esta entrevista es interesante al menos por dos motivos. Por un lado, porque ilustra el salto de alcance incontrolable que supone la publicación de un libro, película, pintura, pieza musical/teatral/coreográfica: sin dudas resulta todo un desafío encontrar la mejor manera de -en palabras de Ávila- orientar al lector/espectador «en la buena dirección». Por otro lado, porque plantea la discusión central que Infancia clandestina provocó en el público: entre quienes percibieron un esbozo de reproche a los militantes que abrazaron la lucha armada con sus hijos a cuestas, y entre quienes celebramos una aproximación libre de (pre)juicios.

Estos últimos espectadores coincidimos con la sorpresa de Ávila ante la expresión «relativizar el heroísmo» de Achour. Primero, no reconocemos la intención moral que el periodista le atribuye al director. Segundo, rechinamos los dientes ante una expresión que parece advertir sobre la posibilidad de cierto accionar, o bien cobarde, o bien compulsivo/irracional (a no confundir coraje y temeridad). Tercero, porque -antes que relativizar- Infancia clandestina señala las distintas aristas de un fenómeno en general simplificado a favor o en contra de nuestra resistencia armada en los años ’70.

Algún compatriota desprevenido podrá preguntar cuánto puede calar una película como ésta en un público inexperto en materia de dictaduras (a esta altura son pocos -y muy viejitos- los franceses que vivieron en carne propia la ocupación nazi y el desdoblamiento nacional entre colaboracionismo y resistencia). De este lado del océano nos conformamos con que, además de conmover, consiga desarticular cierta tendencia apriorística.

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8 respuestas a “‘Infancia clandestina’ se estrenó en Francia con críticas a favor… y algún apriorismo en contra”

  1. Avatar de Andrés F.
    Andrés F.

    (Aclaración: no vi la película). Me parece malintencionada la pregunta del entrevistador. Una buena respuesta hubiera sido: «fue la dictadura la que le negó al chico la posibilidad de elegir».

  2. Avatar de María Bertoni

    Yo también percibo cierta animosidad por parte del periodista, Andrés. Particularmente me molestó eso de «relativizar el heroísmo».

    Creo que Infancia clandestina tiene el mérito de abordar un tema delicado como la decisión de abrazar la lucha armada desde la clandestinidad y con hijos a cuestas, sin caer en los estereotipos de «inmolación por la causa» en un extremo ideológico y de «negación del instinto paterno/materno» en el otro. La discusión entre los personajes que encarnan Natalia Oreiro y Cristina Banegas (madre y abuela del chico) es clave en este sentido justamente porque plantea los enfoques antagónicos de tal manera que nos invita a la reflexión y no a la sentencia rápida.

  3. Avatar de Benjamin Avila
    Benjamin Avila

    Soy Benjamin Avila, director de la pelicula Infancia Clandestina, y estoy absolutamente sorprendido por la manipulacion de mis palabras en dicha entrevista. A simple vista y leyendo otras entrevistas mias cualquier persona se dara cuenta que esaspalabras no me pertenecen. No recuerdo cual de los muchisimos periodistas que en Paris me entrevistaron es esta persona pero me sorprende la manipulacion burda, suponia que eso lo podia hacer un medio como Clarin o La nacion, aqui en argentina dentro de un contexto de enfrentamiento politico al gobierno de argentina, pero en Francia suponia cierta etica se conservaba pero esto demuestra que el periodismo, como siempre sucedio, tiñe ideologicamente sus dichos, esto no es malo sino logico (uno habla desde su ideologia o intereses economicos) pero hacer decir a una persona algo opuesto a lo que dijo frente a un grabador, es de una falta de etica que es el unico limite que no se deberia trasgredir en la subjetividad del periodismo.

    Asi que niego rotundamente que estas palabras fueron dichas por mi. Esperabdo que el pediodista duba el audio de la entrevista completa para comprobar o no su manipulacion.
    Eso seria dignidad profesional.

    Benjamin Avila

  4. Avatar de María Bertoni

    Hola Benjamín,
    Me sorprendió mucho esta entrevista; por eso me permití traducir el pasaje más… no sé… ¿desconcertante?. Voy a tratar de contactar al periodista francés para comentarle tu reacción. ¿Quizás podamos aclarar los tantos?
    Gracias por tu comentario. Saludos.

    PD. Aquí, el mensaje que le dejé al periodista al pie de su artículo.

  5. Avatar de Damián
    Damián

    Muy buena nota María. Con la aclaración de Benjamín, ya no tiene sentido analizar lo que, ahora sabemos, es una falsa respuesta. En relación a la película, la vi cuatro veces en cine. Me gustó mucho. Lo que más me impactó es el clima de época que el film plasma. No sé si fue exactamente así, porque no deja de ser una reconstrucción subjetiva, y para colmo yo no viví esos años, dado que nací en el ’83; pero Infancia Clandestina muestra lo que yo siempre supuse que fue la cotidianeidad en el Proceso. Además de la impresionante historia de la persecución de una familia de militantes guerrilleros perseguida hasta su destrucción, la película también muestra mucho de la vida «de los otros», «los argentinos de bien» que nada tenían que ver con la lucha armada. Las sirenas recurrentes de los patrulleros en una tarde apacible de barrio; el espacio público como mero tránsito de la escuela-trabajo a la casa y de la casa a la escuela-trabajo; el regateo de la opinión; las charlas en voz baja; el escondite acordado, el arma y el dinero al alcance de la mano; la desesperación contenida y camuflada. La película es redonda. Sin duda María das en la tecla cuando en tu respuesta a Andrés señalás el tema más espinoso del film, que es la contradicción entre las demandas de la lucha armada por un lado y la paternidad por el otro, cosa que los padres de Juan tratan de conciliar de la mejor manera posible, aunque todo les termine saliendo muy mal. Es lógico que nos resulte chocante: por momentos conmueven (¡qué coraje tienen estos tipos!) pero a la vez indignan (¡cómo pueden someter a sus hijos a semejante calvario!). El tema es que juzgarlos negativamente es caer en un anacronismo espantoso. Tipos que se proponen cambiar el mundo tienen cosas más importantes que hacer que velar por los intereses sentimentales de una familia, por más cruel que nos parezca visto con los ojos de hoy. Por último, no me sorprende para nada lo del medio francés: el periodismo es, en mayor o menor medida, lo mismo en todas partes.

  6. Avatar de María Bertoni

    A mí también me gustó (y conmovió) mucho Infancia clandestina, Damián. Como de costumbre, es mucho más fácil juzgar que tratar de comprender la complejidad de una elección enmarcada en una época difícil.
    En cuanto al ejercicio periodístico, episodios como éste prueban que sus vicios están globalizados. Dicho esto, no dejo de esperar la respuesta de Achour, quizás con la esperanza de que alguna aclaración revierta la sensación de inconducta profesional.

  7. Avatar de Diana Zermoglio (@DianaZermoglio)

    ¡Hola María!
    Estoy atenta a la nota que mandó Benjamín Ávila respecto de la entrevista en el Nouvel Observateur… Al pie de la entrevista allí, y en un francés extremadamente defectuoso, aunque comprensible, eso espero, puse un pedido para que el autor de la entrevista responda a la negativa de Benjamín…
    Me gustaría ver si es posible mover esa diferencia de opiniones entre Ávila y Achour…
    Sólo eso… En realidad, preferiría que Achour te responda a vos, ya que no me encuentro en condiciones de traducir una posible respuesta de parte de Achour…
    Saludo cordial…
    Diana Zermoglio

  8. Avatar de María Bertoni

    Gracias por sumarte al reclamo, Diana. Todos los días vuelvo a la entrevista de Achour y chequeo mi correo electrónico con la esperanza de encontrar alguna respuesta del periodista. Me alegra saber que ya somos dos las personas atentas a una posible ratificación o rectificación mediática.

    Saludos cordiales.

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