Por Jorge Gómez
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En 1980, el entonces funcionario de la dictadura José Alfredo Martínez de Hoz agasajó a su amigo el banquero David Rockefeller con un cocktail en el Teatro Colón de Buenos Aires. A pesar de la escasa libertad de prensa que existía en ese momento, algunos comunicadores y parte de la población reaccionaron indignados por el inapropiado uso adjudicado a nuestro “primer coliseo”.
Treinta años después, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le cedió el Teatro Colón a la producción de Almorzando con Mirta Legrand para que hoy, jueves 3 de junio, el programa festejara sus 42 años en una entrevista -vaya coincidencia- con el propio Maurico Macri y otros funcionarios de su administración. Asimismo, hace algunas semanas, un magnate alquiló el Teatro San Martín para realizar una fiesta de disfraces.
Sospechamos entonces que este cambio de destino (y privatización “de facto”) de los grandes coliseos porteños es otra política del PRO. También nos permitimos suponer que las figuras mediáticas afines al oficialismo porteño pronto saldrán de los aburridos estudios de radio y televisión para transmitir desde los grandes teatros. Por su parte, la gente de dinero alquilará los lujosos salones para sus fiestas privadas.
Esto se da en el marco de una batalla política donde los grandes medios del país le dan al macrismo una formidable protección. Imaginamos, por lo tanto, que el episodio pasará inadvertido.
Sin embargo, convertir bienes públicos de alto valor simbólico en un estudio de televisión para que un programa emita el festejo de su aniversario es un hecho grave que debe ser denunciado. Máxime si la medida cuenta con la participación directa del jefe de Gobierno porteño.
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