Salvando las distancias (temáticas, estílisticas) entre propuestas, El árbol de lima se suma a la lista de films israelíes que abordan el conflicto de Medio Oriente y que critican la conducta política y militar del Estado de Israel. Ésta es también la segunda película de Eran Riklis que llega a la Argentina tres años después que su antecesora: la aquí recomendada Novia siria.
De una a otra, el director nacido en Jerusalén redobla su intención alegórica, decisión que puede disgustar y/o aburrir a quienes prefieren las aproximaciones más directas. Por ejemplo, las contundentes El paraíso ahora y Vals con Bashir.
En cambio, los espectadores más ¿indulgentes? interpretamos algunos detalles cuestionables como simples licencias poéticas. La mudanza de un ministro de Defensa israelí justo en frente del enemigo y las diferencias irreconciliables con su esposa son los permisos más evidentes.
Dicho esto, también es cierto que Riklis evita la tentación del estereotipo más burdo, aquél que enfrentaría a palestinos buenos e israelíes malos. En este sentido quizás ayude la condición femenina de la protagonista, que el guión aprovecha no sólo para dramatizar el abuso de poder que Israel ejerce sobre el pueblo palestino, sino para señalar aquél que los hombres (o el sistema patriarcal) ejercen sobre las mujeres en uno y otro lado de la frontera.
En este punto, cabe destacar la actuación de la bella y expresiva Hiam Abbass, capaz de transmitir amargura, impotencia, dignidad, orgullo, resignación con conmovedora sobriedad. Nobleza obliga, la acompaña un elenco de actores igual de convincentes y a la vez mesurados.
A grandes rasgos, esta coproducción israelo-franco-germana reedita la fábula de David contra Goliat sin el final reparador. La reformulación de ésta y otras leyendas bíblicas es, quizás, la gran metáfora discursiva que ilustra la tergiversación que sufrió el cada vez más excluyente ideal de «tierra prometida» tras medio siglo de convivencia arbitraria, violenta, perversa.
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PD. Cuesta entender porqué los distribuidores locales eligieron El árbol de lima para traducir el título original, Etz limon. La confusión entre frutos salta a la vista hasta para quienes no sabemos hebreo.
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