Ojalá The visitor desembarque algún día en la cartelera porteña. Estrenada en los Estados Unidos en abril de 2008, esta película norteamericana «indie» vale por un guión a la vez sensible y austero, por actuaciones igual de conmovedoras (se destaca en especial el usualmente relegado Richard Jenkins), por una deliciosa banda sonora que combina ritmos africanos con música clásica, y por la intención de reflexionar sobre el problema de la inmigración ilegal en el ¿gran? país del Norte.
Es posible que los fanáticos de las series Boston public o Ally McBeal reconozcan vagamente al actor Thomas McCarthy. Pero una cosa es segura: sin dudas nos resultará difícil olvidar su rostro y su nombre a quienes lo descubrimos como guionista y director de este segundo largometraje que sucede al muy recomendado (habrá que verlo) Vías cruzadas.
Contrariamente a lo que pueda imaginarse, el visitante aludido en el título del film no es el joven percusionista sirio que interpreta Haaz Sleiman y que se convierte en víctima impotente de una política migratoria arbitraria, injusta, brutal, perversa. Aquí, el verdadero extraño (extraño en su propia sociedad) es el protagonista, profesor universitario Walter Vale.
La mesura con la que el mencionado Jenkins encarna a este economista solitario, parco, incluso antipático se condice con la sutileza de un guión que consigue prescindir de la verborragia habitual en el cine estadounidense y que, tal vez por eso mismo, nos provoca una mayor empatía con personajes, situaciones y problemáticas. Así, en cuestión de minutos, la cámara de McCarthy nos revela el mundo interior de un neoyorkino ajeno a su entorno y atraído por una otredad exótica que lo rescata del hastío y la indiferencia.
La desconocida Danai Gurira y la experimentada Hiam Abbass (los cinéfilos la recordarán por sus intervenciones en las aquí reseñadas El paraíso ahora, La novia siria y El jardinero entre otras producciones) aportan su talento a esta suerte de coro cinematográfico donde nada desentona. Ni siquiera la idea de un final más cercano a la realidad que a la ficción, y por lo tanto fiel al bien intencionado objetivo de reflexionar sobre injusticias, inequidades y maltratos propios del llamado «Primer Mundo».
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Comentario aparte
Por momentos el Walter Vale de The visitor nos recuerda al Ed Horman que Jack Lemmon encarnó en la inolvidable Missing de Costa Gavras. De hecho, tanto el académico imaginado por McCarthy como aquel padre que viaja a Chile para recuperar a su hijo desaparecido en Chile muestran, primero, la incredulidad y, luego, la indignación de dos ciudadanos norteamericanos que descubren ciertas iniquidades cometidas por su propio país.