Hace mucho que te quiero

Hace mucho que te quieroHace mucho que te quiero es, ante todo, una película sobre el amor fraterno, en esta ocasión entre dos hermanas. Quienes hayan leído la sinopsis y por lo tanto esperen encontrar una ponencia sobre la reinserción social de un ex convicto (en esta ocasión, ex convicta) correrán serios riesgos de sentirse defraudados por un guión por momentos complaciente. En ese caso, conviene esperar (seguir esperando) el estreno de Boy A.

El desempeño de Kristin Scott Thomas y Elsa Zylberstein es el plato fuerte de este drama que en febrero pasado ganó el premio César a la mejor opera prima. Versatilidad, entrega, compromiso son algunos de los sustantivos que sintetizan el resultado alcanzado por la conocida actriz inglesa y su (menos conocida) colega francesa.

Además de personajes, Scott Thomas y Zylberstein encarnan un vínculo tan tangible como sólido, incondicional, indeleble. Justamente sobre semejante base afectiva Philippe Claudel escribe y dirige su relato.

En este plano, Hace mucho que te quiero resulta una propuesta interesante ya que cuenta con sobriedad el reencuentro de dos hermanas distanciadas durante 15 años por circunstancias muy dolorosas, y cuyas implicancias exigen un gran esfuerzo de reconstrucción vincular. El resentimiento y la culpa son las dos caras de un pasado que se instala en el presente como un gran secreto.

En un segundo plano, es decir, cuando aborda la problemática del encarcelamiento y la reinserción social, el film decae. Cierta necesidad de complacencia se apodera del guión y exige que el crimen cometido sea justificable y que, tras un pequeño accidente doméstico, el cuñado pase del prejuicio, la desconfianza y la reticencia a la aceptación total. 

Algunos espectadores también objetarán ciertos giros argumentales que resultan un tanto forzados. El ejemplo más flagrante remite al destino final del Capitaine Fauré interpretado por Frédéric Pierrot.

Con un poco de buena voluntad, podemos considerar estos deslices como aspectos de una fábula que -mal que mal- nos lleva a reflexionar sobre el rol de la familia, el trabajo, el Estado en la recuperación de quienes delinquieron (por el motivo que fuere) y pagaron su falta (cualquiere fuere).

Aún así, Hace mucho que te quiero sigue siendo, ante todo, una película sobre el amor fraterno. Quienes busquen alguna ponencia cinematográfica sobre la reinserción social de los ex convictos harán mejor en repasar Dos contra la ciudad, la menos buena El hombre del bosque… o conseguir Boy A.


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6 respuestas a “Hace mucho que te quiero”

  1. Avatar de Adivinador del Pasado
    Adivinador del Pasado

    Spectatrice, bingo! Vi la pelìcula el sábado en el Lorca y coincido con su crítica! (¿ El contacto con su pàgina me està educando?)

    Es una mirada sobre el amor entre hermanas , y la fuerza de esos vínculos para quebrar el aislamiento y (tal vez) la locura.

    En la pizza posterior a la peli comentè que me hubiera gustado un final menos complaciente. Que hubiera sido interesante probar el amor en un caso no justificable. Pero esa sería otra película, me frenaron. Esta está bien así.

    Saludos

  2. Avatar de La spectatrice

    Pienso igual, Adivinador. Creo que Hace mucho que te quiero habría sido más interesante sin atenuantes.

    Aprovecho que estamos en sintonía y que lo sé tolerante a mis reiteraciones para recomendar(le) nuevamente la aún no estrenada Boy A. Fíjese si puede encontrarla en algún videoclub amigo; le aseguro que tendrá tema de charla si vuelve a comer pizza después de mirar la película. 😉

  3. Avatar de Ariel

    Viste que increible la pintura de Friant que aparece en esta película?

  4. Avatar de María Bertoni

    ¡No la recuerdo, Ari! ¿En qué momento aparece?

  5. Avatar de Ariel

    Cuando ella entra a un museo, en Nancy, y se queda mirando una pintura enorme de unas mujeres llorando en un funeral, de negro. Por detrás de ella aparece… (perdon, no recuerdo el nombre) «el tipo», que le cuenta una mini hisotira de Friant, famoso en su momento, olvidado después. Es increíble esa pintura.

    La película, que de eso se trata esto, me encantó también.
    Y coincido con lo que señalan vos y adivinador de los atenuantes.

    Hace muuuucho, en una clase en sociologia, una de las alumnas en un momento dijo algo asi como: «bueno, estoy aca pq salgo un rato el libertad condicional para estudiar, pero despues tengo que volver. Desde que mate a mi marido…» Lo increible del caso, lo loco, fue ver la cara de todos (incluido quien escribe) tratando de ser supercivilizados y comprensibles, esforzandose en no mover un musculo del rostro que denotara una mezcla entre sopresa, desconcierto y porque no, temor!

  6. Avatar de María Bertoni

    Recuerdo la escena pero no el cuadro. Si alguna vez vuelvo a ver la película, prestaré especial atención.

    Qué coraje, el de tu compañera de Sociología. ¿Alguien se le acercó después de su confesión? No digo inmediatamente después sino en el transcurso de la cursada…

    Volviendo a la película, me gustó. Pero pienso que habría sido más interesante sin los mencionados atenuantes.

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