En agosto de 2006 Viviendo con mi ex se estrena en Argentina. Su póster parece «inspirado» -permítanme el eufemismo- en el afiche de 7 años de matrimonio, película francesa filmada tres años atrás. Hace unos días, decido ignorar lo que en su momento consideré una mala señal, y alquilo la archi-promocionada comedia romántica con Jennifer Aniston y Vince Vaughn… La necedad no tiene precio; por suerte para todo lo demás…
Probablemente lo mejor de esta propuesta sea la participación de la siempre certera Judy Davis (en definitiva su Marilyn Dean es el único personaje realmente gracioso). Algunos espectadores también encontrarán que la ausencia de un happy end típicamente hollywoodense -es decir, color rosa rococó- es otro punto a favor.
Al margen de estos dos aspectos rescatables, el largometraje hace agua, sobre todo porque da la sensación de estar hecho a desgano. Por lo pronto, el guión de Jeremy Garelick y Jay Lavender (al parecer, el mismísimo Vaughn también habría colaborado) mete mano en los estereotipos más frecuentes, sin siquiera aprovecharlos al máximo.
* Ejemplo 1. Si la idea es que Brooke Meyers y Gary Grobowski retomen los contrastes que hicieron famosa a la extraña pareja compuesta por Félix Unger y Oscar Madison, ¿por qué las diferencias de personalidad terminan reducidas a la mínima expresión, en este caso a diálogos tan sosos como inútil e insoportablemente verborrágicos?
* Ejemplo 2. Si se trata de que la historia gire en torno a los problemas de convivencia entre dos personas que ya se separaron de palabra, ¿por qué confinar a los protagonistas a dos ambientes separados, en vez de explotar el desafío que significa compartir un espacio a la fuerza?
* Ejemplo 3. Si la comicidad del film pasa por el arte de provocar celos en el otro, ¿por qué no extender el ejercicio de la parodia en vez de recurrir nuevamente a parlamentos interminables?
Las actuaciones de Aniston y Vaughn también lucen desganadas. De hecho, mientras Jennifer tiende a repetir gestos y tics de Rachel, Vincent sólo se destaca por la rapidez con la que habla/grita.
Quizás porque los guiones ocurrentes y verdaderamente originales no abundan, las buenas comedias románticas son una rara especie en extinción. Como contrapartida, los intentos similares a Viviendo con mi ex se multiplican sin problema, en parte gracias a la necedad de algunos espectadores que, aún con todas las pruebas en contra, no se privan de alquilarlos.
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