Police adjective

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Especial. Cobertura BAFICI 2010
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Quienes vimos Bucarest 12:08 enseguida reconocemos el sello de Corneliu Porumboiu en Police adjective: en especial la ironía con la que retrata a su país. Si en la primera película el director rumano recrea con sorna la cobertura que el periodismo televisivo le dedicó a la caída del dictador Nicolae Ceaucescu, en la segunda parodia el accionar de una policía nacional con vicios prácticos e ideológicos del régimen totalitario.

Los espectadores asistimos a la rutina del agente Cristi, encargado de seguir a un estudiante secundario que fuma cigarrillos de hachís, pero muy reticente a la hora de detenerlo e incriminarlo. La cámara registra los pasos del protagonista casi-casi en tiempo real, y así transmite la condición tediosa y absurda de un caso que en el resto de la Unión Europa -de la que Rumania es miembro- no tendría asidero (porque, allá antes que acá, la Ley dejó de penar el consumo personal de porros).

Las palabras escasean en las casi dos horas que dura el film, salvo por el final donde el idioma -la semántica- se erige en frutilla de esta torta satírica y, entre otras cuestiones, revela el misterio de un título en principio (o al principio) incomprensible. Entonces Police adjective termina de trascender su identidad rumana para adquirir una dimensión universal y convertirse en fábula corrosiva sobre las grandes taras de la institución policial.

Así Porumboiu vuelve a pintar su pueblo y, de paso, otros rincones del mundo.


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