Con un año de atraso, quien suscribe salda otra deuda, esta vez cinematográfica aunque con importante ascendencia literaria. Historias extraordinarias es el título de la joya, no descubierta (pues ningún compatriota cinéfilo ignora su existencia) ni recuperada (pues nunca se perdió), en todo caso atesorada (pues se incorpora a una lista dilecta).
La película de Mariano Llinás nos devuelve la ilusión y el entusiasmo a quienes, cuando chicos, solíamos aprovechar los viajes en auto por el interior del país, por rutas poco transitadas, por pueblos rara vez visitados, por hoteles de paso para vislumbrar aventuras agazapadas en el rincón menos pensado. El mismo director que supo rendirle homenaje a otra escenografía vacacional típica, rescata ahora el discreto encanto de lo que algunos consideran simple chatura provinciana (en este caso bonaerense).
En realidad, la operación de rescate va mucho más allá de la cuestión regional (de hecho una de las historias extraordinarias tiene lugar bien lejos del contexto incial, entre alemanes e ingleses durante la Segunda Guerra Mundial, y otra llega hasta Mozambique). Aquí se trata de recuperar el placer de inventar, imaginar, narrar, de cruzar lo real y lo rutinario con la ficción y lo excepcional, de navegar aguas desconocidas, misteriosas, reveladoras, inagotables.
Llinás cuenta las historias de X, Z y H como un payador. No tanto porque las improvise (al contrario cada pieza del rompecabezas parece diseñada e incrustada con meticulosidad) sino porque es capaz de seguirlas ad infinitum (las cuatro horas que dura el largometraje podrían haber sido más).
Los críticos le atribuyeron una ascendencia literaria que para muchos es borgeana (es cierto: Jorge Luis podría haber pergeñado a Cuevas). Algunos espectadores creemos detectar una pizca arltiana (Salamone también habría inspirado a Roberto) y, además, una fuerte influencia del comic.
Por un lado, Daniel Hendler, Juan Minujín y Verónica Llinás prestan sus voces a un único narrador omnipresente y omnisciente, que se permite revelar intenciones, adelantar acontecimientos, ampliar puntos de vista, corregir hipótesis. Por otro lado, Walter Jacob, Agustín Mendilaharzu y el mismo Llinás encarnan a personajes dignos de historietas cuyos protagonistas son un poco como el Sr. López, salvando las diferencias de rigor: individuos grises y anónimos a los que les pasan cosas fuera de lo común.
El capítulo dedicado a la anécdota del jolly good fellow es el más historietístico de todos. Podría haberla contado Tintin o El Corto Maltese.
Por sus diversas cualidades narrativas y cinematográficas (en este punto cabe destacar la fotografía a cargo del mencionado Mendilaharzu y la música original de Gabriel Chwojnik), y porque se gestó sin créditos ni subsidios (sin siquiera el respaldo del INCAA), Historias extraordinarias es una pieza única en el repertorio del cine argentino contemporáneo. Atesorémosla como atesoramos las aventuras que supimos inventar cuando éramos chicos y todavía sabíamos reconocerles encanto a los viajes por rutas poco transitadas, por pueblos rara vez visitados, por hoteles de paso.
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PD. Para agendar. El canal I.sat proyectará Historias extraordinarias el próximo sábado 24 a la medianoche.
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