Aparezcan en un artículo periodístico, en una monografía universitaria, en un informe laboral, en un folleto empresarial, entre los resultado de un programa online automático, entre los títulos cinematográficos, lo cierto es que las malas traducciones -en general traducciones literales- me sacan de quicio.
El gigante Facebook comete sus buenas barrabasadas en este sentido. Por lo pronto, basta con prestarle atención al buzón de correo para descubrir que los mensajes sin asunto («no subject» en inglés) llegan «sin sujeto».
Mientras escribo estas líneas, se me ocurre que quizás no se trata de un error. A lo mejor, por alguna razón de seguridad informática, la famosa red social está programada para detectar estructuras gramaticales compuestas únicamente por predicados (vaya uno a saber qué delito cometen los adictos a las oraciones unimembres). O a lo mejor estamos ante una revolucionaria innovación tecnológica que permite adjuntar/teletransportar personas de carne y hueso en piezas de comunicación virtual (sí, sí, algunos las llaman «piezas»).
En caso de que la segunda hipótesis sea la correcta, entonces habría que avisarle a quien corresponda que «sin individuo» o «sin hombre/mujer», según el caso, serían expresiones mucho más apropiadas y -por el bien de los espíritus desquiciados- libres de toda confusión lingüística.
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