Solas

Entre tanta obra de teatro llevada al cine, la experiencia de ver la versión teatral de una película resulta en principio tentadora y, en el caso de Solas, además gratificante. De hecho, la puesta en escena de Alicia Zanca suma varios puntos a favor. El más importante: evitar que el traslado a las tablas y la adaptación al contexto argentino corrompan la esencia de aquel film que el español Benito Zambrano escribió y dirigió en su país hace casi una década.

El mérito de semejante logro es compartido. Por Enrique Pinti y Antonio Onetti, encargados de «traducir» el guión original al castellano rioplatense y de acondicionarlo en función de la realidad local. Por la mencionada Zanca, responsable de establecer una dinámica narrativa y actoral que mantiene cautiva la atención del público. Por Leonor Manso, Julieta Díaz, Juan Manuel Tenuta, Miguel Dedovich, Néstor Sánchez, César Bordón y Cristina Fridman, todos absolutamente comprometidos con sus personajes. Por Gabriel Carrascal, ideólogo de una escenografía a la vez elocuente y funcional.

Por supuesto, el reconocimiento se extiende al mismo Zambrano, capaz de proponer un retrato austero, sin golpes bajos, pero contundente sobre la violencia doméstica y sus nefastas consecuencias en la relación entre esposos y entre padres e hijos. En esta ocasión, la mirada es sobre todo femenina/ feminista pues se concentra en las protagónicas Rosa y María, madre e hija víctimas de un marido/padre tirano y golpeador.

Manso y Díaz encarnan a estas dos mujeres unidas por un vínculo naturalmente inquebrantable pero distanciadas no sólo por los kilómetros que las separan de hecho (una vive en el campo; la otra en la ciudad) sino por maneras distintas de enfrentar un pasado en común y un presente donde se anidan viejos conflictos irresueltos. Mientras la primera hace gala de su ductilidad habitual e indiscutible, la segunda demuestar el progreso alcanzado desde sus primeras incursiones en la televisión.

Juntas, las actrices transmiten las sensaciones más diversas -tristeza, culpa, resignación, resentimiento, esperanza- y son capaces de conmover hasta las lágrimas. Por su parte, el resto del elenco construye un marco propicio para acentuar/mitigar la presencia escénica de una soledad a veces asociada al silencio, a veces al exabrupto, siempre a la incomunicación.

Solas también propone un fresco de nuestra vida contemporánea en las grandes ciudades. La desintegración de la red social y solidaria, la paranoia desatada por la delincuencia y la drogadicción, el consecuente encierro y aislamiento de los habitantes, el acoso del desempleo y de la explotación laboral, el temor a una vejez devenida en sinónimo de invalidez son los otros grandes temas que esta obra se permite tratar con lucidez y sensibilidad.

Dicho sea de paso… Con esa lucidez y esa sensibilidad siempre presentes tanto en el buen cine como en el buen teatro. He aquí la prueba.

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PD. Solas está en cartel desde enero de 2008 en el teatro Metropolitan 2 (Corrientes 1343, Ciudad de Buenos Aires) de miércoles a viernes a las 21; los sábados a las 20.30 y 22.30 y los domingo, a las 20.30 horas.