Sucede con películas en principio tan disímiles como La verdad incómoda, Yo presidente o Madres, en general con todo documental más o menos pertinente. El interés del tema abordado hace que la cuestión cinematográfica pase automáticamente a un segundo plano, y entonces resulta difícil redactar una reseña que no termine yéndose un poco por las ramas. El caso de Sicko, último trabajo de Michael Moore, está lejos de ser excepcional en este sentido. De ahí el carácter «desordenado» de la siguiente recomendación.
Quienes estén preocupados por el aumento de la medicina prepaga en Argentina encontrarán que este film llega al país en el momento justo. Por lo pronto, el retrato que su realizador hace del sistema de salud norteamericano puede aparecer como anticipo del futuro que probablemente nos espera: me refiero a una sociedad despojada de una cobertura médica universal.
Por su parte, quienes consideren que nuestro sistema de salud hace agua por todos lados se sorprenderán al enterarse de que muchos ciudadanos estadounidenses son víctimas de una desprotección similar -a veces peor- a la nuestra cuando se enferman o se accidentan. También confirmarán lo que saben o sospechan: que en otras naciones el derecho a una atención sanitaria responsable, eficiente y gratuita es inalienable.
El trabajo de Moore es completito, tanto que no entra todo en el largometraje (afortunadamente en el DVD existe un espacio reservado para lo que quedó afuera). Como de costumbre, el perodista-cineasta o cineasta-periodista se preocupa por contar con la mayor diversidad de fuentes y con un buen material de archivo para fundamentar su hipótesis.
Al igual que en Bowling for Columbine y en Fahrenheit 9/11, aquí también el discurso resulta por momentos un tanto reiterativo, léase pedagógico. Pero si tenemos en cuenta que estos documentales pretenden sacudir la conciencia adormilada del público norteamericano, entonces es entendible la necesidad de elaborar un speech que cada tanto retome las ideas centrales.
Como sus antecesoras, Sicko es una propuesta recomendable para quienes descreen del american dream. Quienes en cambio estén convencidos de que los Estados Unidos son el mejor país del mundo coincidirán con una de las fuentes consultadas por la gente de Moore: que éste es un simple «cartoon«.
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