Probablemente la expresión «reparación histórica» resulte excesiva, y con razón. De hecho, este post tiene por tema central a la blogósfera local, espacio/fenómeno que -con toda la furia- lleva apenas cinco años de existencia. No importa. Lo que vale es la intención del título elegido, es decir, cierta necesidad de hacer justicia o -dicho de una manera menos grandilocuente- de poner las cosas (en realidad un nombre) en su lugar.
———————————–
La falta
Hace aproximadamente dos años, la proliferación de blogs se ha movido a la par de otra tendencia igualmente notable: el surgimiento de círculos, asociaciones, agrupaciones fundados por pretendidos pioneros y expertos en la materia. Como en otros ámbitos de la producción cultural, a mayor masificación, mayor afán por ocupar un lugar distinguido, reconocible, venerado.
La irrupción de bloggers ligados al periodismo fue decisiva en este sentido. De hecho, el traslado de ciertas prácticas profesionales al mundo online sirvió para institucionalizar el fenómeno, por lo pronto para proclamar conductas y parámetros encargados de regir los lineamientos de una «buena» bitácora.
Si a esto le sumamos el interés que las empresas -y por ende quienes trabajan en la comunicación institucional- profesan por los blogs, la impronta corporativa adquiere una relevancia mayor. Dadas estas circunstancias, en la blogósfera pertencer también promete privilegios.
Insisto: la relación entre masificación y distinción no es privativa del ámbito web autóctono. Sin embargo, por tratarse de un entorno más ecléctico (y si se quiere más anárquico o caótico), muchos imaginamos que Internet jamás sucumbiría ante los intentos de estratificación.
En realidad no es que haya sucumbido con todas las letras. Pero sí existe cierta sensación de apropiación y sujeción. De ahí que por momentos la blogósfera vernácula -o lo que a priori importa en la blogósfera vernácula- parezca reducida/o a una esfera selecta y limitada.
En general, los miembros de esta esfera selecta cometen varios pecados, algunos de ellos capitales. Este post se refiere a uno solo: el de omisión.
La reparación
Es verdad. A Lara Croft nunca le interesó pertencer ni gozar de privilegios. Así que la no-inclusión de su nombre o de su emprendimiento Celuloide en los blogrolls más cotizados es en parte consecuencia de su perfil bajo.
Dicho esto, se supone que los entendidos en la materia deberían conocer -y al menos mencionar, en el mejor de los casos incorporar- a quien montó una de las primeras bitácoras ajenas al interés informático/tecnológico en la Argentina. Sin embargo, esta bitácora pronto cumplirá tres años de vida online, y los seminarios y seminaristas especializados siguen ignorándola.
Nobleza obliga. Tres referentes de nuestra blogósfera –Diego Lafuente, Mariano Amartino y Xtian Rodríguez– asistieron al lanzamiento de Celuloide. Me explico mejor: ambos tuvieron la deferencia de responder mails con inquietudes técnicas. Pero este reconocimiento fue circunstancial y tutorial.
Hasta ahora el blog lleva publicados 1168 posts y casi 10.000 comentarios. Desde noviembre de 2004 acumuló alrededor de 1.200.000 visitas, y actualmente recibe un promedio de 2100 diarias. Por otro lado, según Technorati, un centenar de blogs la linkean.
En última instancia, estas cifras son lo de menos. Basta con hablar con Lara para darnos cuenta de que estamos ante una de las personas que en Argentina más saben de Internet en general y de la blogósfera en particular. Por lo pronto, a ella le debo los conocimientos aplicados para montar Espectadores, y la puesta en marcha de la vieja versión de MaldeAlzheimer.
Probablemente el adjetivo «histórico» suene desmedido. Pero -estoy segura- la idea de reparación, no. Después de todo, pocas cosas tan nocivas como la omisión, actitud muy ligada a la mezquindad, a la ignorancia y a la limitación. Por eso este post, a modo de justa y necesaria reivindicación.
Deja un comentario