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A un año de la feliz experiencia con Escenas de la novela argentina, la Biblioteca Nacional y la TV Pública volvieron a convocar a Ricardo Piglia para que conduzca otra serie de clases abiertas sobre literatura nacional, esta vez dedicada a la obra de Jorge Luis Borges. En la primera entrega emitida el sábado pasado, el escritor y académico volvió a desmentir la supuesta incompatibilidad entre televisión y cultura, y de paso (casi de taquito) a hacer gala de su talento para ejercer la docencia también ante cámaras.
Borges por Piglia es el título de esta nueva propuesta que pretende -y por lo visto antenoche- consigue desarticular los lugares comunes que el mundillo intelectual, la industria editorial y los medios masivos concibieron/difundieron en torno a la figura de Don Jorge Luis. Lejos de alimentar el mito del genio literario condenado a la ceguera y a la vez ascendido a sabio, este enfoque se concentra en analizar el trabajo del escritor, es decir, las lecturas que lo inspiraron, los cambios de estilo, las obsesiones temáticas, las condiciones (históricas y biográficas) de producción, la relación con el lector.
Las fotos elegidas para acompañar la primera exposición reforzaron la intención de abandonar el retrato mítico. De hecho, el rostro del Borges joven relegó a un segundo plano las imágenes que lo inmortalizaron como el viejo autor de mirada extraviada, bastón en mano y discurso balbuceante.
Juana y Mateo se llaman los chicos protagonistas de la animación homónima que el Conicet y PakaPaka presentaron el viernes pasado, Día Nacional por una Argentina sin Chagas, y que el canal infantil intercalará en su grilla de septiembre. La propuesta recrea un programa de televisión casero producido y conducido por los mencionados amigos que, en el transcurso de las ocho entregas elaboradas, entrevistan a especialistas vinchuqueros y a habitantes de una pequeña comunidad semi-rural.
El micro forma parte del proyecto «¿De qué hablamos cuando hablamos de Chagas?» que este grupo interdisciplinario lleva adelante desde 2011 para concientizar a la ciudadanía a partir de «una perspectiva integral e innovadora en diferentes contextos educativos, formales y no formales». Los interesados encontrarán aquí más información y aquí la página institucional en Facebook.
Mariana Sanmartino, coordinadora del mencionado equipo, sostiene en este artículo que el Mal de Chagas no es solamente una enfermedad sino «un problema verdaderamente complejo, definido y caracterizado por la conjugación de elementos vinculados a cuatro grandes dimensiones: biomédica, epidemiológica, sociocultural y político-económica».

Con la proyección de los capítulos dedicados al tenista Daniel Schapira, al futbolista Gustavo Papilo Olmedo y al atleta Miguel Benancio Sánchez, concluyó anoche la presentación de Deporte, desaparecidos y dictadura, adaptación televisiva de la investigación periodistica que Gustavo Veiga realizó sobre la historia de deportistas federados víctimas del terrorismo de Estado durante nuestra dictadura de 1976-1983. El cierre tuvo lugar en el Centro Cultural de la Cooperación donde, antes de la exhibición, expusieron brevemente el mencionado Veiga, el codirector de la miniserie Carlos Eduardo Martínez, la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo Rosa Roisinblit, un hermano de Papilo y el secretario general de ATE Legislatura Pablo Gennaro.
El recuerdo de estos desaparecidos -es decir de jóvenes militantes que también fueron deportistas prometedores- inspiró las palabras introductorias de la presentadora Adriana Zerdin sobre la importancia de la memoria colectiva en tanto ejercicio necesario para evitar el horror del pasado, mejorar el presente y asegurar un futuro con más justicia social. En este marco de homenaje a los que ya no están y de resistencia a las voces que aconsejan/piden/exigen olvidar, hablaron los integrantes del panel.
A Daniel Olmedo le costó contener las lágrimas cuando evocó la orden del ex Presidente Néstor Kirchner de descolgar los cuadros de Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone en el Colegio Militar. Minutos después su hermano Mario volvería a conmover al público, esta vez a la distancia, a partir del testimonio que ofreció ante cámara cuando la filmación del capiítulo sobre Papilo.
Por su parte, Rosa Roisinblit aprovechó la ocasión para rememorar algunas conquistas de la lucha que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo emprendieron 37 años atrás. Entre ellas, la concreción de los juicios a los genocidas, algo que parecía imposible en 1983 («Los milicos no quieren a ningún par en el banquillo de los acusados», contó que les dijo el entonces ayudante de fiscal Luis Moreno Ocampo), y la identificación de nietos apropiados a partir de un análisis de ADN cada vez más fácil de realizar.

Deporte, desaparecidos y dictadura se titula la serie de TV inspirada en el libro homónimo del periodista Gustavo Veiga, que él mismo guionó y que la Televisión Pública estrenará en el transcurso de este año. Días antes de la presentación oficial prevista para el lunes próximo*, Espectadores entrevistó a Julio Santamaría, co-director de la propuesta junto con Carlos Eduardo Martínez. A continuación figura la transcripción de la charla sobre la historia del proyecto, sus características principales y el alcance de este aporte en términos de memoria colectiva.
E: En la edición más reciente de su libro, Gustavo Veiga cuenta la historia de 35 deportistas federados víctimas del terrorismo de Estado durante nuestra última dictadura. ¿En qué consiste esta adaptación para TV?
JS: Además de escribir los guiones de cada uno de los ocho capítulos, Gustavo realizó los cortes en los testimonios, los agregados de archivo y el ensamble final. Los directores aportamos las recreaciones.
E: ¿Con qué material de archivo trabajaron?
JS: Usamos archivos aportados por el propio Veiga y María Flores. En su momento yo filmé material en súper 8 que también utilizamos. Por otra parte, algunos familiares contribuyeron con registros en ese mismo formato.
E: ¿Cómo surgió la idea de realizar esta serie de televisión? ¿Por qué retomar las investigaciones periodísticas que Veiga convirtió en libro?
JS: Gustavo propuso la idea. Con él y Carlos la formateamos, presentamos el proyecto, ganamos un lugar entre los diez elegidos (salimos quintos) y pusimos manos a la obra. Básicamente pensamos en la necesidad de acercar al conocimiento popular la historia de deportistas que fueron desaparecidos por su participación política y su compromiso social. Además de deportistas, fueron militantes políticos que jugaron más allá de los terrenos o tableros que tenían asignados. El motor principal de este proyecto fue sacarlos de su cuasi anonimato y rendirles un tributo merecido.
E: La serie aborda ocho de los 35 casos presentados en el libro actualizado. ¿Con qué criterio los seleccionaron?
JS: Elegimos según las mejores posibilidades de obtener material inédito y de recrear cada caso. El de los rugbiers es el más espectacular porque resulta difícil creer que hayan desaparecido a más de un equipo. De hecho desaparecieron a 17 jugadores de la primera división, en su mayoría estudiantes universitarios, y un equipo consta de 15 integrantes. Estas desapariciones comenzaron poco antes del golpe del 26 de marzo de 1976.
Ayer jueves, la muerte de León Ferrari opacó otro anuncio fúnebre: el deceso de Duilio Marzio. Hoy, en […]