Ahora que el 21º BAFICI llegó a su fin, bien vale recordar cifras y observaciones compartidas en la charla-debate que la Cámara Argentina de Distribuidores Independientes Cinematográficos, más conocida como CADIcine, organizó en el marco de la reciente edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, y que justamente tituló El cine independiente después del BAFICI. De hecho, fuera de esta suerte de temporada excepcional, las películas de autor pierden posición en el circuito de exhibición vernáculo, cada vez más sometido a la lógica comercial y por lo tanto menos respetuoso del principio de diversidad cultural.
El encuentro tuvo lugar el martes pasado en la sala 8 del Multiplex Belgrano. En representación de CADIcine hablaron Manuel García de Cine Tren, Federico Pascua de BF + Paris Films y Mariana Vila de Diamond Films. Daniel Rosenfeld los acompañó en tanto secretario de la Asociación de Directores de Cine PCI, y en menor medida como autor de Piazzola, los años del tiburón. Por momentos, los anfitriones entablaron un diálogo directo con integrantes del público que no se identificaron pero que dejaron en claro que eran (son) exhibidores y/o programadores.
Tras haber realizado las presentaciones de rigor, García anunció el faltazo del representante del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, que se había comprometido a participar de la charla. La ausencia del funcionario pareció ilustrar la política cultural que la alianza Cambiemos lleva adelante desde que tomó las riendas del Estado nacional.
El socio de Cine Tren y secretario de CADIcine expuso datos estadísticos que la cámara de distribuidores procesó en el transcurso de 2018. Por ejemplo, que son ocho las empresas que distribuyen cine independiente en nuestro país, y que ese año consiguieron estrenar 157 películas: un 37 por ciento, argentinas y un 63 por ciento, extranjeras.
De los 6.123 millones de espectadores que en 2018 asistieron a una sala, el 13,73 por ciento lo hizo para mirar una película ajena al circuito de producción y difusión masivas. De esta audiencia reducida, un 86 por ciento eligió un film extranjero y un 14 por ciento, uno nacional.
La presencia del cine de consumo masivo fue notable el año pasado: ocupó el 64 por ciento de las salas y el 71 por ciento de las funciones. Del cine independiente que se proyectó en el 36 por ciento de las salas restantes y en el 29 por ciento de las funciones restantes, las producciones argentinas sólo representaron el 13 y 14 por ciento respectivamente.
Esta desproporción no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, advirtió Vila. A grosso modo, se produce en Hollywood el 85 por ciento de las películas que se estrenan en el mundo.
Aunque impactante, el fenómeno global no alcanza para explicar el desamparo de las películas independientes en nuestro suelo, cuando se cierra el paraguas del BAFICI. De hecho los anfitriones del encuentro señalaron varias causas.
García se refirió al cumplimiento parcial, discontinuo y/o selectivo de la Resolución INCAA N° 1050/2018, en principio destinada a mejorar la aplicación de la cuota de pantalla y de la media de continuidad así como el ejercicio de control y sanción de irregularidades que le corresponde de oficio a la Gerencia de Fiscalización del instituto nacional. El secretario de CADIcine invocó el seguimiento que la cámara realizó ante la falta de alguno hecho por el INCAA.
Pascua señaló el aumento de los costos –siempre en dólares– que suponen no sólo la compra de los derechos de distribución sino el pago de la VPF, tarifa internacional destinada a financiar la digitalización de las salas. Por otro lado, contó que en los últimos años las grandes productoras y distribuidoras de origen estadounidense adquirieron pequeñas distribuidoras, lo cual aumentó en un 20 por ciento la proyección de películas de consumo masivo en salas y redujo en un diez por ciento la llegada de los films independientes.
Por su parte, Rosenfeld y Vila mencionaron la caótica programación de estrenos y la consecuente imposibilidad de prepararlos y promocionarlos debidamente. La vocera de Diamond Films agregó que este descontrol también atenta contra la permanencia de las películas en la cartelera, y el secretario de la Asociación de Directores de Cine PCI citó en varias oportunidades el ejemplo de Francia, porque allí operan cerca de seis mil pantallas y por el trabajo que la asociación de cineastas independientes, ACID, lleva adelante hace 27 años.
En coincidencia con estas observaciones, los programadores / exhibidores ubicados del lado de las butacas hablaron de «la angustia del lunes», día en que se anuncia los estrenos del jueves siguiente. Algunos aprovecharon la ocasión para protestar contra la competencia «deshonesta» de los Espacios INCAA –fundamentalmente del cine Gaumont– que proyectan películas argentinas en simultáneo con salas comerciales, y que cobran entradas mucho más baratas.
Entre el público, alguien aseguró que hace poco voceros del INCAA anunciaron extraoficialmente la decisión institucional de concentrarse en la producción, exhibición y promoción sólo de cine nacional. La diversidad cinematográfica en general se habría convertido en responsabilidad exclusiva de la Secretaría de Cultura de la Nación, que no atiende las solicitudes de reunión de distribuidores, exhibidores y programadores.
Al término del encuentro, los voceros de uno y otro sector exigieron un mayor compromiso del Estado con el derecho de la ciudadanía al acceso a bienes culturales diversos. En esta instancia volvió a cobrar relevancia la ausencia del funcionario invitado.