El perfume de la memoria

Rara vez la conmemoración del Día Nacional de la Memoria termina con el 24 de marzo. Además de nuestra Historia, esa jornada y las posteriores reconsideramos los recuerdos más inmediatos que nos deja la asistencia a la(s) convocatoria(s) en Plaza de Mayo. Este año, cobraron especial importancia los siguientes reclamos: respecto del pasado, juicio a los cómplices civiles del Proceso y, respecto del presente, investigación sostenida de la desaparición de Luciano Arruga y Julio López y de los asesinatos de Silvia Suppo y Mariano Ferreyra además de la anulación de la llamada «Ley antiterrorista«.

Aquí figura el documento que firmaron las Abuelas de Plaza de Mayo, los Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, los Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, las Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora. Entre otras cuestiones, el texto exige la desclasificación de «todos los archivos de la dictadura (…) porque en ellos están las pruebas que nos faltan, los nombres de los represores y de los cómplices civiles del genocidio». El escrito también pide el desmantelamiento material e ideológico del aparato represivo que el terrorismo de Estado montó décadas atrás y que hoy todavía sigue funcionando.

Vale la pena (re)leerlo para constatar y/o confirmar la continuidad entre pasado y presente que Espectadores señaló días atrás.

A 35 años de la carta abierta de Rodolfo Walsh, también repasamos el contenido de la nota editorial que el diario Clarín publicó el mismo 24 de marzo de 1977. El sitio El Ortiba compartió aquí extractos de ambos artículos con un diseño que los contrapone en un fondo blanco y otro negro.

Más allá de las consignas de la movilización, también rescatamos las coreografías: tanto los pasos de murga que sincronizan algunas agrupaciones como el desplazamiento de fuerzas políticas y sociales según el crono/organigrama que imaginamos los no-militantes. Ese ir y venir de gente, banderas, pancartas, pecheras, gorros, disfraces multicolores vistieron de fiesta un día que antes sólo fue sinónimo de horror y dolor.

En palabras de León Gieco, este año la Plaza de Mayo exudó el perfume de la memoria que es y vive «libre como el viento». Imposible no emocionarnos, no celebrar, no embriagarnos un poco y querer más.