Madre e hijo, Danièle y Christopher Thompson escribieron el guión de Cena de amigos, comedia coral que transcurre entre dos invitaciones a comer organizadas, con diferencia de un año exacto, el Día de la Música. Un poco como la recordada Peter´s friends, la reunión de un grupo de amigos provoca aquí también un replanteo de situaciones, relaciones y sentimientos, y llama a reconsiderar la importancia de los afectos en una sociedad cada vez más hipócrita y desamorada.
Estrenada en Argentina a fin de 2009, Le code a changé (El código cambió) es el título original y el latiguillo que pronuncian los personajes cada vez que intentan abrir la puerta del edificio donde viven los anfitriones ML y Piotr. Por supuesto, el alcance de la frase supera la cuestión técnica*, y alude a las idas y vueltas sentimentales de adultos en crisis, inmaduros o inestables.
Aunque trata temas universales (problemas de pareja, el aburguesamiento, la enfermedad, incluso la muerte), este largometraje también dirigido por la madre y actuado por el hijo es muy francés. Así lo prueban la caricaturización del mal humor y la protesta permanente, la importancia asignada a la comida, los respingos chauvinistas ante alguien extranjero (en este caso una española), la tendencia a cierta intelectualización, el lugar privilegiado que ocupa el amor.
Quienes gustan del cine galo estarán contentos de reencontrarse con Dany Boon (ídolo en el hexágono gracias a esta producción), Karin Viard (la graciosísima panadera de París), Emmanuelle Seigner (la recordarán quienes vieron Perversa luna de miel y La escafandra y la mariposa), Marina Hands (también conocida por el film de Julian Schnabel) y el veterano Pierre Arditi.
Por su parte, los no fanáticos podrán disfrutar de una comedia simpática, apacible, capaz de reconciliarnos con la condición humana y con el (nada fácil) arte de amar. También reconocerán el mérito de una madre y un hijo por entretenernos sin estridencias y con elegante savoir faire.
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* A falta de porteros (eléctricos, y de carne y hueso), la mayoría de los edificios franceses utiliza un sistema que activa la entrada cuando registra el ingreso del código correcto a través de un teclado numérico.