¿Hasta cuándo? se llama el noticiero de Lucy en el cielo con Capusottos, programa radial que comenzó a emitirse hace más de dos meses en la Rock & Pop. Los sábados y domingos de 20 a 21, quien supo enyoguizarse en Cha cha cha, multiplicarse en los videos de Peter y promocionar las bondades de la cancherísima vincha-corbata se transforma (entre otros personajes) en Arnaldo Pérez Manija, conductor del informativo que -a usted, estimado ciudadano- «no le sirve para nada pero le taladra la cabeza y de a poco lo va sacando y llenando de furia».
El micro parodia lo peor de nuestros sacrosantos medios de comunicación: la elaboración de un discurso estereotipado, sensacionalista, alarmista, violento, apocalíptico; la editorialización permanente (a veces solapada); la reconstrucción tendenciosa y distorsionada del presente; la conformación de un espacio en principio abierto donde el oyente (lector, televidente, internauta) se limita a proferir exabruptos, insultos y postulados aberrantes.
El mérito no es exclusivo de Diego Capusotto sino compartido con el co-guionista Pedro Saborido, reconocido por haber trabajado con Tato Bores, Horacio Fontova, Fabio Alberti. Por otra parte cabe mencionar a ese periodismo tan poco profesional, fuente de inspiración inagotable.
Además de tomarles el pelo a ciertos formadores de opinión, ¿Hasta cuándo… (vamos a ser un país poco serio?) también ridiculiza la esencia del ser nacional, es decir, la idiosincrasia de esos argentinos que exigen/aplauden prácticas de discriminación, mano dura, pena de muerte, que ven zurdos, montoneros y homosexuales por doquier, y que nunca se cansan de vociferar latiguillos varios (por ejemplo, «que se vayan todos», «hay que matarlos a todos», «seríamos potencia si los ingleses nos hubieran colonizado»).
Si no lo hizo ya, en cualquier momento Micky Vainilla lo llama a Manija para dejar alguno de sus mensajes pop, y de paso sumarse a la exigencia de una Argentina pujante, libre de negros, asiáticos, peronistas, comunistas y demás elementos inadmisibles. La ocurrencia confirmaría que los personajes de Capusotto superan su primera condición graciosa/pintoresca para convertirse en exponentes de una mentalidad autóctona con fuertes raíces históricas y, hoy en todo su esplendor, con temible alcance político, mediático y cultural.