Fiel a su obsesión por cuestionar el mito de la objetividad periodística, Espectadores comparte la siguiente traducción de un muy interesante artículo que el blog francés Agoravox publicó ayer viernes 19 de junio. Su autor Philou 017 analiza con rigor la cobertura que los medios franceses le dedicaron el supuesto fraude electoral perpetrado en Irán, y que nuestros medios de comunicación argentinos replicaron sin ningún reparo.
La nota es extensa pero vale la pena leerla…
Irán: la increíble desinformación (vía Agoravox)
Apenas transcurridas las elecciones presidenciales en Irán, los medios de comunicación franceses hicieron suyas las denuncias de fraude diseminadas por los partidos vencidos. No obstante, cuando ahondamos en el tema, encontramos pocos indicios que confirman la acusación.
El diario Libération no dudó en subtitular «¿Cómo reaccionó la comunidad internacional al fraude electoral en Irán?» y Le Point les dio la palabra a los expertos: «Una victoria difícil de comprender sin un fraude masivo». Por su parte, en un artículo unívoco, L’Express magnificó las cosas: «hoy la reelección de Ahmadinedjad arroja millones de iraníes a la calle, y no solamente en Teherán, para que la voluntad popular sea respetada».
En estos textos no hay precisiones; sólo vagas suposiciones.
¿Dónde descansan las certezas enunciadas? Rute 89, sitio poco prudente, las enumeró: «Mir Husein Musavi, Mehdi Kerrubi y Mohsen Rezai, los tres candidatos vencidos, anunciaron su reclamo ante el Consejo de los Guardianes de la Constitución, despúes de constatadas 646 irregularidades».
Que los opositores cuestionen resultados electorales no es ninguna novedad; tampoco existen precisiones sobre las 646 anomalías.
Siempre según Rue 89, el británico The Guardian informó que el sitio Ayandeh, declarado neutro durante la campaña electoral, detectó en treinta ciudades de Irán una tasa de participación superior al 100%. Pero más adelante la misma nota advierte que «estas declaraciones son imposibles de verificar».
Debajo de la alfombra
Buscando un poco, encontramos que el sitio «neutro» Ayandeh es vitrina de la Iran Futurist Foundation, fundación americana de iraníes que aparentemente adhiere a cuestiones (1, 2, 3 por citar algunas) defendidas por los Estados Unidos y que por lo tanto representa una fuente no del todo imparcial.
También están las sorprendentes revelaciones de un misterioso informador anónimo, funcionario del Ministerio del Interior francés que acusó a los basidji (“voluntarios” de las milicias islámicas) de haber copado las terminales que contabilizaban los votos. Las autoridades iraníes lo habrían detenido.
Después de algunas búsquedas, nos damos cuenta de que (otra vez) Libération es la única fuente de esta información, que nunca revela la identidad de esta persona, y que nada permite comprobar lo sucedido. Estas particularidades desembocan en una fotonovela: «Según Libération, varios testigos vieron cuando unos policías lo atraparon al día siguiente, justo antes de que saltara por la ventana de un noveno piso» (20 Minutos dixit).
Por lo visto, los medios de comunicación franceses no dudan a la hora de adueñarse de la primera noticia que se les cruza y, sin verificarla, la reproducen en el sentido más estricto. Por ejemplo, Le Télégramme anunció que «acusaron nuevamente al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad de estar implicado en el asesinato de un opositor kurdo en Viena en 1989, reveló el jueves 18 de junio un parlamentario austríaco que presentó un testimonio inédito», y luego transcribe explicaciones imprecisas que causan risa o preocupación según el caso.
El Gobierno francés no se quedó atrás. Sarkozy denunció «la magnitud del fraude» alegando que «es proporcional a la violencia de la reacción» mientras que (el ministro de Asuntos Exteriores galo Bernard) Kouchner dijo estar «convencido de que algo pasó». Por su parte, (la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores) Rama Yadé fue por más y, antes de que su Presidente «la llamara al orden», habló de «la embajada de Francia atacada».
¿Qué pensar entonces de semejante ola mediática?
No existen muchos elementos disponibles, pero algunos aparecen de a poco.
Para empezar, las encuestas preelectorales que favorecieron a Ahmadinejad. Europe Orient informó que «un sondeo realizado el 3 y 4 de mayo en Teherán, en 29 capitales provinciales y en 32 ciudades importantes indica que el 58,6% de los encuestados votarán a favor de Ahmadinejad, mientras que el 21,9% elegirá a Mousavi». También citó otro estudio más reciente llevado a cabo en Teherán: «el 44,8% de los encuestados estimó que, entre Ahmadinejad y Musavi, optaría por el actual Presidente mientras que el 29% elegiría a Musavi».
Por su parte, el Courrier International citó a Payam Magazine, diario de la comunidad iraní de Los Ángeles, para publicar lo siguiente: «El presidente iraní se postula para un segundo mandato el 12 de junio. A pesar de la fuerte oposición en Irán, tiene todas las chances de ser reelegido».
¿Entonces las elecciones fueron realmente trucadas?
Buscamos más, y aparecen otras verdades. Por ejemplo, en 7 sur 7: «Los expertos carecen de pruebas para concluir que hubo fraude electoral en Irán».
Mientras apenas un puñado de observadores independientes se encontraban in situ para observar el desarrollo de las elecciones, los expertos iraníes que se sumergieron en los resultados tuvieron problemas a la hora de analizar claramente la situación y de detectar un fraude eventual.
Hace tres semanas, Ken Ballen, presidente del centro de reflexión sobre opinión pública Terror Free Tomorrow con sede en Washington, encuestó por teléfono a 1001 ciudadanos iraníes. Conforme a los resultados del sábado 13 de junio, esta encuesta anticipó una ventaja cómoda para Ahmadinejad, con 34% de intención de voto contra 14% para Musavi.
Dos a uno, Ahmadinejad llevaba la delantera. ¿Es posible que haya ganado los comicios? «Sí», respondió Ballen, para luego subrayar que el 27% de las personas encuestadas se encontraban indecisas y que «todo pudo haber cambiado» el viernes 12, día del sufragio.
Incoherencias
Los partidarios de Musavi señalaron la gran rapidez con la que se contaron millones de votos, e incluso la sorprendente victoria que Ahmadinejad alcanzó en la ciudad de su oponente. Éste integra la minoría azeri, importante en una región cuyos electores deben haberlo votado, explicó Ali Alfoneh, experto en Irán del American Enterprise Institute.
Pero, aquí también, los analistas navegan en aguas de la especulación. Se nota cuando observamos que en la encuesta de Ballen sólo el 16% de los iraníes azeríes se pronunció a favor de Musavi contra 31% a favor de Ahmadinejad.
Análisis
Walter Mebane, universitario de Michigan (norte), miró con lupa los resultados de la elección gracias a una serie de herramientas estadísticas concebidas para detectar fraudes y bautizadas «autopsia electoral». Los métodos de análisis divergen, pero al final los resultados fueron los mismos: tras comparar el recuento realizado en 366 distritos con aquél realizado en las elecciones presidenciales de 2005, Mebana reveló que los números registrados el sábado 13 de junio se condijeron con las tendencias antes registradas.
«En 2009, Ahmadinejad alcanzó su mejor puntaje en las ciudades donde en 2005 ya contaba con el apoyo más sólido», explicó el especialista. No obstante, también aclaró que los datos brindados por las autoridades iraníes no fueron tan detallados como para realizar un análisis exaustivo.
«Recuento realista»
Por otra parte, Mebane sostuvo que «el recuento de votos que vi es relativamente realista, pero esto no excluye en absoluto la posibilidad de manipulación». En este sentido explicó que sus propios resultados habrían sido idénticos si el Gobierno iraní hubiera inflado levemente las cifras oficiales.
Le Grand Soir compartió estas evidencias, basándose en un artículo del Washington Post escrito por Ken Ballen y Patrick Doherty: «Y sin embargo, la fuerte participación estimada en un 85% aproximadamente se presentó como garantía de una victoria aplastante por parte de Ahmadinejad, considerado como el aliado de los iraníes más conservadores de las clases obrera y campesina. La nota del periódico estadounidense transcribió las conclusiones de un sondeo que se realizó en mayo en todo el país, y que prácticamente encontró la misma proporción -de 2 a 1 a favor de Ahmadinejad- en los resultados del recuento final y en los resultados en boca de urna.
Ballen y Doherty también demolieron uno de los principales argumentos esgrimidos por los observadores que denunciaron el fraude (la improbable victoria de Ahmadinejad en las circunscripciones azeríes) al recordar que «nuestra encuestra muestra… que los dos tercios de los azeríes prefirieron Ahmadinejad por encima de Mosavi».
Dicho sondeo también contradijo una idea ampliamente compartida por los grandes medios (que, según lo expresado en Internet, los jóvenes apoyan a Musavi) al arrojar que sólo 1 cada 3 iraníes tiene acceso a la Web y que, en realidad, «la intención de voto a favor de Ahmadinejad fue más fuerte entre los ciudadanos de 18 a 24 años que en otras franjas etarias de la población».
En síntesis
Si les interesa leer un análisis más profundo sobre las relaciones de fuerza en Irán, les recomiendo este artículo de Planète Non-Violence. La nota elude la ola mediática unívoca que nunca menciona la libertad de expresión reinante durante la campaña y que en cambio se empeña en describir la actual «atmósfera de terror» donde, curiosamente, la oposición puede desfiliar a diario y presentar recursos de amparo contra el resultado de los comicios.
Mientras tanto, algunos medios empiezan a sacar el pie del acelerador. Por ejemplo, en este artículo, Le Monde termina declarando «ligeras sospechas de fraude, ninguna prueba».
En síntesis, lectores de Agoravox, estamos asistiendo a la manifestación bastante increíble de un periodismo partidario, parcial, interesado, acostumbrado a citar elementos que confirman una mirada predefinida, en contra del ideal de objetividad. El desarrollo de un pensamiento único sin fisura alguna; un espectáculo perturbador y absolutamente real.
No voy a detenerme en los mecanismos democráticos de Irán que no funcionan tan mal, ni voy a hablar de los numeroros organismos de influencia/propaganda/ manipulación que financian los servicios de Occidente, especialmente los norteamericanos, y que apuntan contra ese país de Oriente. Tampoco voy a referirme a entidades de notoriedad pública como la aquí y aquí deschavada Voice of America.
Simplemente los invito a preguntarse porqué el enésimo fraude que un dictador corrupto comete en un estado africano ocupa apenas diez líneas en el pie de alguna página periodística, cuando se publican toneladas de papel sobre una elección que hasta ahora no presenta ningún elemento condenable.