Es probable que muchos curiosos hayan bajado/leído Biografía de mi cáncer después de enterarse del elogio que José Saramago le prodigó en su propio blog al libro de Patricia Kolesnicov (Sudamericana, 2002). Por lo pronto, quien suscribe descargó el archivo correspondiente, fagocitó el escrito de 155 páginas en dos días, y enseguida escribió esta recomendación.
Salvo quienes hayan atravesado o estén atravesando una situación similar, la mayoría de los mortales le escapamos a la literatura que cuenta experiencias con la enfermedad. Lejos de ser una prioridad, el género de salud-testimonial convoca poco a los lectores sanos (y legos en medicina) que, por cábala, preferimos mantenernos a distancia de la desgracia, a veces tragedia, que sufrieron/sufren otros y que bien podría tocarnos en suerte.
No necesitamos consejos, héroes de carne y hueso, ni mucho menos historias reales que protagoniza una muerte sórdida, implacable y vencedora. Esta indiferencia preserva la ilusión de inmortalidad o, en las mentes más lúcidas, de un desenlace natural, apacible, libre de sufrimiento.
Precisamente, Biografía de mi cáncer se destaca por no brindar consejos, por no hablar en términos de heroismo y por negarle a la Parca el rol principal. En cambio, sí nos permite asomarnos a las reflexiones de la autora sobre su relación con la vida y sobre el concepto de eternidad.
La honestidad intelectual es una de las mayores virtudes de Kolesnicov. La periodista de Clarín hace honor a su profesión: escribe de manera llana, llamando a las cosas por su nombre, sin victimizarse/enaltecerse, sin transigir ante el marketing del morbo y la conmiseración. Los destellos de miedo, bronca, tristeza, humor, hastío, rebeldía, sensación de impotencia son prueba de una transparencia cruda que convence, emociona y acerca.
Quizás por eso algunos nos sentimos un poco amigos de Patricia después de leerla. O al menos nos sumamos a la lista de personas que la quieren y que, aún desde el anonimato y la virtualidad, celebramos algo más que su libro y el elogio de Saramago: su admirable entereza contra la adversidad y su conmovedora generosidad a la hora de compartir su obra online.