Los superamigos

Primero escuché el anuncio en la radio; después lo leí en Internet. Al parecer, los actores protagónicos de Friends estarían considerando la posibilidad de filmar la versión cinematográfica de «su» serie. También al parecer, Jennifer Aniston sería la menos apresurada por sumarse a una propuesta que, muy a su pesar, le exigiría desandar el largo camino transitado para deshacerse de su alter ego televisivo, Rachel Green.

El trascendido navega nuestras aguas mediáticas poco después de haberse estrenado la película de Sex and the city, y días antes de que el renovado Smart, Maxwell Smart también desembarque en las salas locales. El éxito adjudicado a ambas producciones parece justificar la iniciativa emprendida por Courteney Cox, la otrora Mónica Geller, pero al mismo tiempo cuesta creer que los seis amigos neoyorkinos consigan entretener después de diez temporadas de capítulos originales y de infinitas repeticiones aún hoy emitidas.

Los superamigos en los buenos viejos tiempos

De seguir con el proyecto viento en popa, los productores deberán encontrar un buen guionista capaz de aggiornar las personalidades de Rachel, Mónica, Phoebe, Joey y Chandler en función del tiempo transcurrido desde mediados de los ’90. De hecho, nos guste o no, los muchachos dejaron de ser simpáticos veinteañeros para convertirse en ¿simpáticos? cuasi-cuarentones.

No vaya a ser cosa que la futura película corra la misma suerte que Joey, especie de desprendimiento televisivo («spin off», dicen los que saben) protagonizado por Matt LeBlanc y sin demasiado vuelo. O, peor aún, que la novedad cinematográfica consista en explotar al máximo el arte del maquillaje para convencer al público de que -14 años después- los superamigos catódicos están en condiciones de conquistar la pantalla grande y joven.