Mi otro yo

Mi otro yoPueden gustar a veces más, a veces menos, pero algo es seguro: las comedias escritas y/o dirigidas por el prolífico Francis Veber siempre entretienen. Por lo pronto, su último trabajo –Mi otro yo– se suma en este sentido a una serie de títulos recomendables entre los que se destacan Que te calles, El placard, La cena de los tontos y a esta altura el clásico La jaula de las locas (ojo, la versión original).

En parte, los trabajos de este famoso cineasta francés enganchan porque siempre giran en torno a un antihéroe en principio condenado al fracaso o, para evitar los extremismos, a una existencia segundona. En este caso, el protagonista es un valet parking cuyo destino parece limitarlo a asumir roles que le son ajenos. De hecho, así como conduce y estaciona autos que son propiedad de otras personas, también debe simular una vida y un amor que a todas luces distan de pertenecerle.

Por otra parte, Veber tiene la virtud de saber jugar con las apariencias. Pero atención, a diferencia de lo que puede suceder en una comedia de enredos, en esta película los espectadores sabemos perfectamente quién es quién. No hay sorpresas en cuanto a la identidad, a las características de los personajes; las hay en cambio respecto de su evolución, de cómo reaccionan y se desenvuelven a medida que avanza la historia.

Un tercer elemento infaltable en las comedias «veberianas» es la participación de actores de primer nivel. Esta vez, el papel principal es responsabilidad del casi desconocido (al menos por estas latitudes) Gad Elmaleh, y los roles co-protagonicos están cargo del siempre acertado Daniel Auteuil, de la igualmente talentosa británica Kristin Scott Thomas, de Virginie Ledoyen (algunos la recordarán por haberla visto en La playa y en 8 mujeres) y de los menos reconocibles Alice Taglioni y Richard Berry.

Sin dudas, Mi otro yo es una propuesta válida para quienes en general disfrutan de las comedias francesas. Por supuesto, también para los seguidores de un guionista y director que -podrán comprobarlo por cuarta o quinta vez- conoce muy bien su métier.