Eggs es el título original de esta película noruega filmada en 1995, que la televisión por cable pasa cada tanto, y que también puede conseguirse en video o DVD. Escrita y dirigida por Bent Hamer, la propuesta bien podría ser una obra de teatro. De hecho, toda la acción se desarrolla en el interior de una casa y los protagonistas son dos. Dicho esto, el lenguaje cinematográfico hace su aporte único e inconfundible en términos de dinámica narrativa.
En este sentido, cabe destacar el uso de planos casi idénticos que se repiten una y otra vez para señalar los ritos de la vida monótona, prácticamente ermitaña, que llevan los hermanos septuagenarios Moe y Pa. Éste es apenas un ejemplo de cómo la comunicación audiovisual predomina sobre la comunicación verbal en un film totalmente alejado de las producciones verborrágicas que estamos acostumbrados a ver.
Grosso modo, Huevos (por favor celebremos la fidelidad de la traducción) suele ser presentada como una comedia, y sin embargo asistimos a una fábula que va más allá de la convivencia pintoresca entre dos viejos gruñones. De hecho, éste es un retrato de la vejez, de la soledad, de los miedos, de la sordidez inherentes a la condición humana. Es cierto: el guión apela a cierto sentido del humor emparentado con el absurdo, pero por momentos también juega con elementos propios del drama y el suspenso.
Los actores Sverre Hansen y Kjell Stormoen pasan de un registro a otro con total comodidad, y el grado de mimetismo que alcanzan con sus personajes es sencillamente impactante. Por su parte, Leif Andrée -una suerte de tercero en discordia- se distingue por personificar a un Konrad medio border, presumiblemente peligroso, a partir de un discurso onomatopéyico.
Sin dudas, el largometraje de Hamer es otra referencia que el cine escandinavo nos regala para probarnos que puede hacerse buenas películas con escasísimos recursos. En definitiva, la condición sine qua non para tal fin reúne tres elementos indispensables: una historia original, excelentes interpretaciones, y una dirección sensible e inteligente. En definitiva, el requisito se acerca mucho a las exigencias del (buen) teatro.