Estreno previsto para mañana jueves 8/11.
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Quizás la última palabra la tengan quienes leyeron la novela de Alan Pauls. Por lo pronto, podrán evaluar con conocimiento de causa el trabajo de adaptación (hablando de Roma…), y a partir de esa base, construir una opinión bien -o mejor- fundamentada. En cambio, quienes ni siquiera tuvimos la suerte de hojear el libro del escritor argentino sólo podemos comentar la versión cinematográfica de Héctor Babenco, con las limitaciones del caso.
Cuesta reconocer en El pasado al director de las inolvidables El beso de la mujer araña y Pixote. Por momentos, el problema parece originarse en un guión forzado, artificioso, sentencioso. Por momentos, da la sensación de que el gran escollo son las (sobre)actuaciones, especialmente las de Analía Couceyro y Moro Anghileri (sin llegar a tales extremos, a Gael García Bernal se lo ve tenso, incómodo, tal vez por tener que imitar el acento rioplatense).
Sin dudas, el planteo del film es interesante. Me refiero a la metáfora sobre un ayer obsesionado, empecinado, acosador, ineludible. Como si, lejos de toda visión nostálgica, los recuerdos nos aplastaran igual que una mujer posesiva, celosa, tirana, border, incapaz de abandonar/liberar a su ex pareja.
Si alguna feminista señalara que la alegoría posee rasgos escandalosamente misóginos, el reproche sería pertinente. De hecho, el pobre Rímini debe lidiar con una Sofía y una Vera tan monstruosas como castradoras (la mutilación es tal que el protagonista pierde su condición de hombre proveedor, cuando inexplicablemente olvida sus conocimientos de lenguas extranjeras y por lo tanto se convierte en traductor renegado, desempleado y desahuciado).
A modo de consuelo, podrá decirse que lo mejor de este largometraje es la intervención de Ana Celentano y Mimí Ardú (¿se acuerdan de su papel en El bonaerense?). Por un lado, ni una ni otra recurren al histrionismo exagerado. Por el otro, sus personajes Carmen y Nancy cumplen con la importante misión de rescatar -aunque sea por un rato- a un hombre arrinconado, absorbido, engullido, condenado, castigado por su pasado.
Por lo demás, la película de Babenco corre serios riesgos de resultar un título menor, incluso fallido, sobre todo cuando se tiene en cuenta la interesante trayectoria de este cineasta argentino hace tiempo radicado en Brasil. Dicho esto, habría que ver qué opinan quienes leyeron la novela de Pauls, ¿no?
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PD. Va un agradecimiento especial para Leticia Menetrier de Blog Hunters y la gente de Fox por invitarme a una función privada (privadísima, en realidad: de hecho, ¡para mí sola!) de El pasado.