Blow dry es el título original de esta coproducción británico-germano-americana que suelen pasar en la TV por cable y que, en caso de no conseguir mejores alternativas, vale la pena alquilar. ¿Las razones? Dos. Por un lado se trata de una comedia romántica original, ambientada en un concurso de «peinadores-estilistas» como diría el gran Roberto -alias no me peguen– Giordano ( 😛 ). Por el otro, podemos disfrutar de las actuaciones de Rachel Griffiths, Natasha Richardson, Alan Rickman y mi favorito Bill Nighy.
Filmada en 2001, esta película dirigida por el irlandés Paddy Breathnach nunca se estrenó en las salas argentinas. Tarde pero seguro tenemos oportunidad de verla en la pantalla chica, y de constatar que los años transcurridos no le han quitado gracia ni interés.
De hecho, el guión de Simon Beaufoy (responsable de la taquillerísima Todo o nada) se anima a tomar elementos fuertemente dramáticos, tales como el último deseo de una protagonista enferma terminal y el resentimiento de un marido abandonado, para luego insertarlos en un contexto en principio tan frívolo como un concurso de peluquería. Igual que en la mencionada Full monty, aquí también aprendemos a sonreír ante la adversidad.
Por otra parte, cabe destacar la recreación de una competencia que premia el talento, y por lo tanto los esfuerzos de una dirección de arte que nos asombra con «raros peinados nuevos», según cantaba Charly García. Con el mismo entusiasmo, hay que subrayar las actuaciones de Griffiths, Richardson, Rickman y Nighy (las fans de Josh Hartnett también podrán deleitarse).
Probablemente para muchos el título Éxito por los pelos carezca de brillo, cuerpo y movimiento. Por favor, no se dejen llevar por los insondables caminos de las traducciones cinematográficas, y en cambio permítanse apostar a una propuesta cuya originalidad pasa por el contenido; no por el envase.