Sobre gustos no hay nada escrito. Gilmore girls puede resultarnos indiferente. The L word, una propuesta interesante aunque desaprovechada. Men in trees, un intento fallido. Two and half men, un simpático tentepié. The new adventures of old Christine, una comedia bien lograda. O todo lo contrario.
Hasta aquí, el terreno de lo subjetivo, y por lo tanto de lo discutible.
Lo que en cambio parece encontrarse fuera de discusión es la insistencia con la que Warner Channel repite sus contenidos. Me refiero a esos «maratones» que, semana a semana, reponen capítulos de series ya terminadas, o de las series «más populares», o de series recién estrenadas (para que el público se familiarice). Evidentemente, cualquier excusa resulta válida.
El caso de las chicas Gilmore es quizás el más reciente. De hecho, WB TV les reservó a Lorelai y a Rori la tarde de los últimos dos o tres domingos.
Probablemente los seguidores de la serie se sientan agradecidos, incluso eufóricos, ante semejante deferencia. Pero sospecho que el compendio termina cansando a cualquiera, aún a los más fanáticos.
A no rasgarse las vestiduras; existen ejemplos más extremos. Friends, por citar alguno, no sólo contó con maratones propios, sino que ahora posee una franja horaria fija de lunes a viernes, los viernes por partida doble. ¡Tres años después de que Rachel, Ross, Mónica, Chandler y Phoebe se despidieran definitivamente de la acogedora pantalla chica!
«Es hora de vivir emociones», reza el lema del famoso canal. Curiosa manera de promocionar el culto a la insípida repetición.