Mariposas

Hace algunos días, luego de una sesuda conversación telefónica sobre el fenómeno de las mariposas en el estómago, recordé los versos compuestos en 1972 por Silvio Rodríguez, que en boca de la venezolana Soledad Bravo trasuntan una tibia y dulce melancolía. La primera estrofa, más precisamente la primera frase, vale todo el poema.

Mariposas
MariposasHoy viene a ser como la cuarta vez que espero
desde que sé que no vendrás más nunca.
He vuelto a ser aquel cantar del aguacero
que hizo casi legal su abrazo a tu cintura.

Y tu apareces, por mi ventana
suave y pequeña, con alas blancas.
Yo ni respiro, para que duermas
y no te vayas.

Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno.
Qué maneras más curiosas,
hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo.
Mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro.
Bailarinas silenciosas…

Tu tiempo es ahora una mariposa
navecita blanca, delgada, nerviosa.
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.

Así eras tú en aquella tarde, divertida
así eras tú de furibunda compañera.
Eras como esos días en que eres la vida
y todo lo que tocas se hace primavera.

Ay mariposa, tú eres el alma
de los guerreros que aman y cantan,
y eres el nuevo ser que hoy se asoma
por mi garganta.

Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno.
Qué maneras más curiosas,
hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo.
Mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro.
Bailarinas silenciosas…