La marcha de los pingüinos

La marcha de los pingüinosDecididamente La marcha de los pingüinos es una buena opción para ver un 25 de diciembre después del festejo de rigor. Aunque los protagonistas no bailen ni canten villancicos, aunque su hábitat se encuentre en las antípodas del refugio de Papá Noel, igual el elogiado documental francés desliza un mensaje de armonía -y porqué no de amor- a tono con los principios de la celebración navideña.

Atención, a no confundir armonía con inalterabilidad. Tal como su título lo indica, ésta es una marcha, y como toda procesión aquí también existen los obstáculos, los contratiempos, los imponderables, las bajas. Sin embargo, las dificultades, los impedimentos, incluso los fracasos no impiden la concreción de un plan absolutamente perfecto, ligado al milagro de la creación.

Un poco como Byambasuren Davaa y Luigi Falorni en La historia del camello que llora, Luc Jacquet describe la vida en un rincón desolado del mundo, sin provocar interferencias (o al menos sin mostrarlas). En este caso, asistimos al conmovedor traslado de una comunidad de pingüinos Emperador, en busca del lugar propicio donde reproducirse y criar a sus polluelos.

Si la coproducción germano-mongol cautiva por la captura que hace del lejano desierto de Gobi, el trabajo del director francés impacta con su relato sobre la lucha por la supervivencia en la blanca, por momentos inhóspita y siempre desolada Antártida. El resultado es el mismo en ambos casos: la sensación de recuperar nuestro desatendido vínculo con el medio ambiente.

Cuesta imaginar la envergadura del emprendimiento de Jacquet y su equipo. De hecho, además de compenetrarnos con los pingüinos, uno no deja de pensar en las peripecias realizadas para filmar en la nada, con temperaturas bajo cero y fuertes vientos helados, a unos personajes totalmente ajenos al mundo de las luces, los micrófonos y las cámaras.   

Dadas las circunstancias, el resultado es increíble. De ahí que uno admire en forma incondicional el arte de registrar una intimidad nunca antes vista. Y no me refiero solamente a la cuestión técnica, sino también a la mirada atenta, sensible de este cineasta cuyo proyecto -aunque ambicioso- no exige violar reglas fundamentales de respeto y cuidado.

Dicen que la versión original del guión es mucho más escueta y menos melodramática que la adaptación norteamericana. Nos quedará la duda a los espectadores cuyos países recibieron copias vía Estados Unidos. Sin embargo, de existir algún defecto, probablemente la maravillosa voz/narración de Morgan Freeman haya sabido minimizarlo.
   
Insisto: La marcha de los pingüinos es una buena opción para ver un 25 de diciembre. Después de todo, homenajear a la naturaleza y a sus criaturas también es una buena manera de homenajear al Niño Dios.


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Comments

7 respuestas a “La marcha de los pingüinos”

  1. Avatar de Pati @-;--

    Ahhhh! Mis expectativas fueron superadas con tu entrada, Spectatrice. Cada línea me ha traído dulces recuerdos del documental. Ambas cosas las he disfrutado muchísimo.

    Un beso enorme para ti, querida Spectatrice. Que tengas una dulce Navidad.

    Muak!

    p.d. ya tengo como papel tapiz en mi vieja pc -Abulafia- una imagen de un pingüino emperador con su bebé caminando de espaldas a nosotros. Es fantástica. José dice que yo camino como ellos :s

  2. […] Actualización: ya sabemos qué dijo, y nos ha encantado 🙂 […]

  3. Avatar de La spectatrice

    ¡Muy feliz Navidad para ustedes también, Pati @-;–!
    Y a no perder la cadencia de la marcha. 😉

  4. Avatar de La spectatrice

    Meses después de haber asistido a la versión en inglés de La marcha de los pingüinos, ayer tuve la oportunidad de ver por televisión parte de la versión original. De ahí la necesidad de rectificar el anteúltimo párrafo de este post.

    De hecho, contrariamente a lo que leí (si mal no recuerdo en el diario Página/12), la narración en francés me resultó mucho más edulcorada que el texto en boca de Morgan Freeman. Supongo que debe haber influído el relato en primera persona, a cargo de una voz masculina y otra femenina, como si se tratara del testimonio de una pareja de Emperadores. También tuvo incidencia la presencia de una banda de sonido cuya intérprete (que curiosamente canta en inglés) parece el remedo de Björk o la vocalista de Dido.

    En síntesis, entre ambas versiones, me quedo definitivamente con la norteamericana. Elección bastante inusual para alguien con su corazoncito cinéfilo siempre puesto en el viejo continente. 🙄

  5. Avatar de Ana
    Ana

    Emilie Simon Spectatrice, cantante francesa que dentro de sus grabaciones incluye temas en inglés.
    Igualmente dudo que su discografía completa sea tan lineal como lo que se escuchó en el documental.

    Ya hubo una Vanessa Paradis! 😛

  6. Avatar de La spectatrice

    ¡Muchas gracias por el dato, Ana!
    Esperemos que así sea, y que la canción de Emilie Simon en La marche de l’empereur sea en todo caso un trabajo «hecho a medida» para el film, y no un botón de muestra de su repertorio.
    Después de todo, con Vanessa Paradis ya alcanzó y sobró. ¿No? 😛

  7. Avatar de gabo
    gabo

    Fue una sorpresa para mi ver La marcha en frances despues de ver la relatada por el inmenso Freeman… son dos peliculas totalmente diferentes… la francesa no me gustó ni a palos. es demasiado francesa, melosa, un cuentito infantil casi. una decepcion.

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