Telenoche investiga

Telenoche investigaPor fin… Tarde pero seguro, la televisión local se ocupa de mostrar las terribles e inexcusables anomalías que desde hace años afectan al servicio de trenes en Buenos Aires. Enhorabuena, Telenoche investiga se desentiende momentáneamente de la corruptela dirigencial para apuntar contra las empresas privadas (esta vez, contra aquéllas responsables del transporte de pasajeros sobre rieles). Por supuesto, el testimonio de periodistas y entrevistados también alude a la (turbia) subvención estatal, para que quede claro que la situación descripta es consecuencia de una (ir)responsabilidad compartida.

Emitido el lunes pasado en el noticiero de Canal 13, el especial muestra lo que cualquier usuario de TBAMetropolitano padece y tolera todos los días. Me refiero a las fallas en los cronogramas, a los viajes suspendidos sin aviso (ni explicación), a las formaciones arruinadas, a los vagones saturados de gente, al estado precario de las vías, a la inseguridad de los andenes, al patoterismo de los orangutanes que «controlan» y «vigilan» en nombre de la empresa.

Sin dudas, Telenoche investiga aborda el problema de la mejor manera: poniéndose en el lugar del usuario, cubriendo distintos trayectos en las horas pico. Así, los enviados Sergio Elguezábal, Juan Miceli y Mario Massaccesi viajan en las ex líneas Sarmiento, Roca y Belgrano, y registran su propio asombro, malestar, agobio, impotencia, incomprensión.

Probablemente los verdaderos héroes de semejante aventura sean los camarógrafos, cuyo profesionalismo les permite filmar en las peores condiciones (imaginen las peripecias entre los empujones, el hacinamiento, el movimiento, la inseguridad). En este punto, cabe destacar la templanza de quien mantiene su cámara prendida aún ante la prepotencia de un «vigilante» anónimo de TBA.

El trabajo periodísticio es realmente impecable, no sólo por el compromiso de los cronistas involucrados, sino también porque la cobertura contempla absolutamente todos los aspectos: desde la (des)atención del personal de boletería hasta el deterioro de las formaciones, pasando por el caso particular de los cartoneros, especie de «sub-usuarios». Por si esto fuera insuficiente, también hay espacio para la ironía (muy buena, la idea de evaluar el servicio en función de las normas de transporte vacuno).

En un país serio… (en realidad, en un país serio nada de esto sucedería pero bueno)… Decía… En un país serio, esta denuncia no quedaría circunscripta al circuito televisivo. Asumiendo desde una postura inocente que ningún funcionario conoce las deficiencias del servicio ferroviario (habrá que suponer que ningún funcionario se digna a viajar en tren), la denuncia periodística debería provocar una reacción inmediata por parte de nuestros gobernantes, y la consecuente implementación de medidas urgentes, capaces de terminar con semejante estafa a la ciudadanía.

Pero lamentablemente vivimos en la Argentina y aquí, en general, lo que encontramos loable, ejemplar, digno de admiración suele limitarse a un ámbito reducido, casi excepcional. En este caso, meramente televisivo.