La ciencia habla de «un caso en un millón«. Es una pena; debería ocurrir (mucho más) seguido. De hecho, si fuera costumbre que una misma pareja diera a luz a niños de distintas razas, entonces a lo mejor -sólo a lo mejor- habría menos racistas en el mundo.
Mientras tanto, en el lado oscuro del planeta, don Jorge Arbusto promulga la ley que autoriza la construcción de un doble vallado de 1226 kilómetros en la frontera entre Estados Unidos y México. Probablemente nadie le haya recordado o contado que hace más de cuarenta años otro Presidente norteamericano difundió y oficializó la expresión «muro de la vergüenza«, cuando en 1963 se refirió al tristemente célebre Muro de Berlín.
Cuestiones históricas aparte, lo cierto es que una vez más George W. Bush hace gala de su perfil chauvinista, xenófobo, autoritario, violento. Y lamentablemente esta demostración de despotismo globalizado no tiene lugar una sola vez en un millón.