Estos versos convertidos en canción me gustan por más de un motivo. Primero, porque combinan poesía, música y pintura. Segundo, porque reúnen a tres representantes de la cultura latinoamericana: al poeta cubano Nicolás Guillén, al músico chileno Horacio Salinas y al homenajeado pintor brasileño Cándido Portinari. Tercero, porque también le rinden tributo a Buenos Aires como tierra de exilio.
Cuarto y por último, porque basta con leerlos para creer escuchar el maravilloso timbre de voz de Mercedes Sosa, embajadora indiscutida de éstas y otras coplas de nuestro continente. Por favor, hagan silencio, lean las siguientes estrofas e imaginen…
Un son para Portinari
Para Cándido Portinari
la miel y el ron,
y una guitarra de azúcar
y una canción,
y un corazón.
Para Cándido Portinari
Buenos Aires y un bandoneón.
Ay, esta noche se puede, se puede.
Ay, esta noche se puede, se puede,
se puede cantar un son.
Sueña y fulgura
un hombre de mano dura,
hecho de sangre y pintura,
grita en la tela.
Sueña y fulgura,
su sangre de mano dura,
sueña y fulgura,
como tallado en candela;
sueña y fulgura,
como una estrella en la altura,
sueña y fulgura,
como una chispa que vuela…
sueña y fulgura.
Así con su mano dura,
hecho de sangre y pintura,
sobre la tela,
sueña y fulgura,
un hombre de mano dura.
Portinari lo desvela
y el roto pecho le cura.
Ay, esta noche se puede, se puede,
ay, esta noche se puede, se puede,
se puede cantar un son.