Traducido al castellano, su nombre suena a dibujito animado. Y pensándolo bien, no estaría mal idear una serie protagonizada por su caricatura. De realizarse, los capítulos serían breves; podrían servir como micros o separadores entre programas de televisión.
Después de todo, contar sus anécdotas lleva escasos minutos. Tenemos lapsus a granel, y episodios un poco más complejos pero siempre suscintos, con remates efectivos. Basta con encontrarlos en los medios (afortunadamente aparecen con una frecuencia regular, «asidua», me atrevería a decir).
En este último mes, por ejemplo, la prensa argentina destacó dos metidas de pata antológicas. La primera, publicada el 17 de junio por el pirulo de Página/12, remite al entredicho con el periodista Peter Wallsten de Los Angeles Times. La segunda fue revelada esta mañana por La Nación, y podría titularse algo así como Deslices de un micrófono indiscreto.
El mundo se está perdiendo un capo cómico de fuste por culpa de la sucia política. Organicemos manifestaciones, escribamos una carta abierta, exijamos como sea la renuncia indeclinable de George Bush a la Presidencia de los Estados Unidos, y preparemos una calurosa bienvenida mediática a su hilarante -y mucho menos nocivo- alter ego.
———————————-
Para leer el pirulo de Página/12, por favor hagan clic aquí.
Y para leer el artículo de La Nación, aquí.